José Manuel Caturla 30 de abril de 2018
Desde julio hasta abril han llegado a la
ciudad un 272% más de emigrantes que escapan de su país por motivos económicos
y políticos. Muchos eligen la provincia por su parecido climático con el Caribe
Hace
unos días, en una cafetería cercana al Mercado Central, una emigrante
colombiana identificaba a un presentador de televisión de Venezuela que
el verano pasado presentó un programa en Colombia. En este mundo tan
globalizado, Hernán González, un rostro muy conocido en Venezuela por haber
trabajado durante años como actor, modelo y presentador de programas de éxito
en varios países de Hispanoamérica, trata ahora de abrirse paso al otro
lado del Atlántico.
El
pasado 15 de enero le obligaron a hablar en su programa en contra de un
policía opositor al régimen que mataron en El Junquito. Pero Hernán
hizo todo lo contrario. En vivo y en directo, en su programa televisivo criticó
la falta de libertad que existe en Venezuela y denunció
la presión que habían ejercido contra él. Minutos después estaba
en el despacho de la dirección de la cadena, donde no dejó que lo despidieran
porque él anunció que dejaba su trabajo. Cuatro días después, el 19 de enero,
volaba hasta Madrid.
Hernán
González se desprendió de todas sus propiedades y en cuestión de horas salió de
su Venezuela buscando cobijo en España.
Pero no
todos los venezolanos pueden hacer lo mismo. Un vuelo desde
Caracas a Madrid cuesta 1.700 euros. A España llega quien ha logrado guardar
muchos ahorros durante años. El sueldo medio de un venezolano es de 420.000
bolívares. Si tenemos en cuenta que un euro son 720.000 bolívares, el
salario mensual se reduce a 0'80 céntimos al mes. Cuando una barra
de pan cuesta 100.000 bolívares, puedes comprar una barra de pan a la semana y
poco más.
«Hoy
en día, el peor lugar del mundo es mejor que Venezuela». Así se expresa Ricardo
Lárez, que lleva 12 años residiendo en España. Fue de los primeros venezolanos
que decidió emprender una nueva vidaen el viejo continente. Hoy en
día forma parte de Amasve, la Asociación de Mujeres por la Alianza
Sociocultural Venezuela-España, fundada en Alicante hace 9 años por Míriam
Álvarez. De ser una asociación para unir lazos culturales, se ha convertido en
un colectivo de ayuda de choque de emergencia.
Amasve
presta ayuda no sólo a venezolanos. Por su sede -situada junto a la Parroquia
de la Misericordia- acuden árabes, sudamericanos, españoles. La ayuda que
reciben del Banco de Alimentos, Cruz
Roja y Cáritas se
transforma en alimentos, ropa y apoyo psicológico y legal. Estas labores
solidarias han dejado en segundo lugar la organización de eventos culturales y
su participación en fiestas de la ciudad, aunque son fijos del Desfile
Folclórico Internacional de las Hogueras,
para el que ya están ensayando.
En los
últimos meses, el día a día de Amasve ha cambiado de forma radical. Hasta
octubre de 2017, la asociación había atendido a 359 venezolanos. Desde octubre
de 2017 hasta abril de 2018 ya se ha prestado apoyo a 976 emigrantes de
ciudadanos que cambian el Caribe por el Mediterráneo. Es decir, en seis
meses han
llegado un 272% más de venezolanos a Alicante, ciudad que consideran,
por su clima y su gente, la más parecida al país sudamericano.
A
mediados de abril, Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, publicó
nuevas guías para que los gobiernos aborden la situación de las personas
venezolanas en necesidad de protección internacional y asistencia
humanitaria. No todos los venezolanos que migran de su país son
refugiados, cada vez son más quienes necesitan protección internacional. Sin
embargo, España no ha tenido en cuenta la consideración de Acnur de tratar a
los exiliados de Venezuela como refugiados políticos.
Elena
Sirera trabaja en el Programa de Solicitantes y Beneficiarios de Protección
Internacional de Cruz Roja. En los últimos meses, la gran
mayoría de solicitudes de asilo que ha atendido son venezolanas. Cruz
Roja primero les ofrece un techo y después trata de que consigan la
autonomía necesaria con un empleo para pagar el alquiler de la
vivienda.
Rosa
Prieto trabaja con migrantes en Cáritas y habla a diario con venezolanos.
«Tenemos casos depersonas enfermas y mujeres jóvenes embarazadas que
por falta de asistencia y medicinas han dado el paso para entrar en el país,
buscando dicha atención». Una de ellas es Stefania Bermúdez, una joven de 18
años, embarazada que salió de Caracas hace dos meses. «He llegado sin
papeles pero prefiero vivir en estas condiciones que jugarme la salud
de mi hija». Dana Sofía nacerá dentro de un mes en Benidorm.
No hay comentarios:
Publicar un comentario