martes, 17 de julio de 2018

Médicos venezolanos revalidan en Chile, Vivencias de un médico, por Dr Pablo R Ottolino




Dr Pablo R Ottolino 16 de julio de 2018

De verdad no puedo de dejar contar lo que vivimos el día 11 de julio, en la Ciudad de Santiago, cuando más de 2.000 médicos Venezolanos, para ser exactos 2.284 presentamos la prueba de EUNACOM, requisito para validar el título de Médico en este país.

Y es que parecía un concierto, pero en vez de estar eufóricos por ver a tu artista favorito, todos estaban preocupados y con mucha expectativa del examen.

Buena organización, no se puede negar, es increíble poder manejar tanta gente en simultáneo, estamos hablando de 4.013 médicos que llegaron allí luego de meses de estudio, arduo estudio, mejor dicho de “fajarse” volviendo a estudiar la carrera, pues si, lo que te costo años de estudio acá tenías que verlo en semanas… Para muchos volver a estudiar áreas que tenías 5,10,15 o más años sin ver… Imagínense, yo estudiando pediatría, las vacunas, las leches, en fin… cada caso era particular.

Al llegar al lugar empiezas a ver caras conocidas. Compañeros de la carrera, compañeros del postgrado y compañeros de la sub especialización, personas que tenías hasta más de 15 años sin ver, en fin compañeros y amigos de todo nivel. Y cuando hablo de todo nivel también me refiero a la más variada estratificación etaria… había médicos recién graduados, residentes que abandonaron el postgrado a medio camino, especialistas jóvenes y especialistas no tan jóvenes.

Hablo de personas de cabeza BLANCA que resaltaban entre la multitud, esos últimos me partieron el alma, no sé si es porque estoy más cerca de ellos que de los más chamos, porque cuando se supone que deberías tener tu vida arreglada se le antoja aun grupo de ANTISOCIALES (sinónimo de SOCIALISTAS en mi país) destruirte la vida, la carrera, la familia y todo por lo que tanto luchaste, tanto anhelaste.

Pero también me dolió ver tanta gente joven con los ojos puestos en un futuro mejor, algunos no les dio ni tiempo de completar sus estudios de postgrado… y es que ya lo tenían planificado “yo me gradúo y me voy”, cuantas veces le escuche eso a los internos o residentes, entre los pasillos de mi hospital, mientras yo me empecinaba en continuar, bueno ese realmente es otro tema.

Seguimos, empecé con mis sentimientos encontrados… tristeza por todo lo que acabo de explicar, pero a la vez alegría de ver tantas caras conocidas y es que estaba prácticamente mi servicio de cirugía (desde jefes de servicio hasta residentes), el servicio de anestesia, los gastroenterólogos, los urólogos, los imagenólogos, etc… y hasta de las más específicas especialidades como por ejemplo una cardiólogo especialista en electrofisiología… ¿pueden imaginarse? ¡Eso no es justo!

Miraba al alrededor y veía caras de incertidumbre, pero a la vez de esperanza.

Nos tocó entrar al salón y aquello era un régimen militar, con los pupitres milimétricamente colocados exactamente a la misma distancia el uno del otro, en un área que lucía impresionantemente grande, un área que en otro momento la hubiésemos visitado en el contexto de una exposición comercial, en ¡¡¡una feria o un concierto!!!

Este examen, en este inmenso espacio era el primer paso de una serie de requisitos a cumplir para que te vuelvan a dar tu estatus de “médico cirujano” ese que te ganaste luego de tantos años de estudio, plasmado en un papel (titulo) que te dio el rector de la universidad y ahora te vuelves a graduar pero por secretaria… sin acto, sin toga, sin birrete.

Sentado en silencio esperas que te entreguen un sobre con el examen y una plantilla de respuesta y es cuando empiezan las instrucciones, que por cierto, quieres que se acaben rápido para salir de una vez de ese trago amargo.

El frío era implacable, yo tenía las manos congeladas, no me costo llenar los circulitos de las respuestas, solo tenía que poner el lápiz sobre mi opción y la tembladera casi que lo rellenaba de forma automática, ¿frío?, ¿ansiedad?, ¿nerviosismo? da igual.

Comienza el tiempo, tienes 105 minutos para responder 90 preguntas, es decir, 1.16 minutos por pregunta.

Esa es la primera parte del examen, empiezas leyendo y pueden pasar dos cosas, si te sabes las respuestas de las primeras preguntas, eso te anima, pero si sucede lo contrario te desequilibra, pero ni modo hay que seguir, pero en ese momento te recuerdas que cada 4 preguntas malas te eliminan una buena, así que a responder bien, no queda de otra.

El tiempo pasa y no te das cuenta, te metes en el examen como si se tratase de tu libro preferido, claro que este lo estás leyendo obligado, en ese momento irrumpe tu concentración la vos de una señora que nunca vi donde estaba, pero se escuchaba como si la tuvieras al lado, cuando dice “a transcurrido treinta minutos, les restan hora y quince”, acto seguido, ves cuantas preguntas llevas… la cuenta buena es llevar más de 30 preguntas para ese momento, de lo contrario vas retrasado, cuando haces la primera parte es fácil saberlo, simplemente es el número de la pregunta que estas respondiendo, pero la segunda parte inicia desde la pregunta 91, ósea que cuando te vuelven a decir, van treinta minutos, no te da la cabeza para saber cuántas llevas y particularmente yo conté las preguntas para ver si iba bien…. termina la primera parte, y cuando subes la cabeza estando aun sentado tienes un mareito, consecuencia de estar hora y cuarenta y cinco minutos en la misma posición.

Sales y es hora de ir al baño, se imaginaran la cola, para los hombres la cosa es más fácil, uno es más rápido, pobres damas que por lógica se tardan más.

Hablas con los amigos, eso si, sin comentar ni una solo pregunta, esa era la recomendación, la única frase que se permitía era “como te pareció” y allí se abría un abanico de posibilidades, hubo todas las respuestas imaginables….toca volver a entrar para la segunda parte… todo se repite, hasta las instrucciones.

Termina el tiempo y una persona; muy amable por cierto, recoge tu plantilla y tú la ves por última vez diciendo “allí va mi futuro”.

Sales y ahora si… empiezan a fluir las respuestas, ya que las personas recuerdan la respuesta y no la pregunta. “había una de trastorno de la personalidad facticio” “había una de ventilación mecánica” “Había una de tal antibiótico” si tus respuestas comienzan a coincidir con la de tus compañeros te sientes bien (que no significa necesariamente que estas bien) pero si no coinciden, sientes más frío del que tenías en ese pupitre.

Bueno, termina el día exhausto, muerto de cansancio pero con ganas de celebrar. ¿Celebrar qué? si tienes que esperar un mes para que te den la nota.

Quizás celebrar que saliste de eso aunque “momentáneamente”…

Ni modo, toca agradecer la oportunidad que nos están dando y crecer como profesionales y como personas...


Dr Pablo R Ottolino

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