Dr Pablo R Ottolino 16 de julio de 2018
De
verdad no puedo de dejar contar lo que vivimos el día 11 de julio, en la Ciudad
de Santiago, cuando más de 2.000 médicos Venezolanos, para ser exactos 2.284
presentamos la prueba de EUNACOM, requisito para validar el título de Médico en
este país.
Y es
que parecía un concierto, pero en vez de estar eufóricos por ver a tu artista
favorito, todos estaban preocupados y con mucha expectativa del examen.
Buena
organización, no se puede negar, es increíble poder manejar tanta gente en
simultáneo, estamos hablando de 4.013 médicos que llegaron allí luego de meses
de estudio, arduo estudio, mejor dicho de “fajarse”
volviendo a estudiar la carrera, pues si, lo que te costo años de estudio acá tenías
que verlo en semanas… Para muchos volver a estudiar áreas que tenías 5,10,15 o
más años sin ver… Imagínense, yo estudiando pediatría, las vacunas, las leches,
en fin… cada caso era particular.
Al llegar
al lugar empiezas a ver caras conocidas. Compañeros de la carrera, compañeros
del postgrado y compañeros de la sub especialización, personas que tenías hasta
más de 15 años sin ver, en fin compañeros y amigos de todo nivel. Y cuando
hablo de todo nivel también me refiero a la más variada estratificación etaria…
había médicos recién graduados, residentes que abandonaron el postgrado a medio
camino, especialistas jóvenes y especialistas no tan jóvenes.
Hablo
de personas de cabeza BLANCA que resaltaban entre la multitud, esos últimos me
partieron el alma, no sé si es porque estoy más cerca de ellos que de los más
chamos, porque cuando se supone que deberías tener tu vida arreglada se le
antoja aun grupo de ANTISOCIALES (sinónimo de SOCIALISTAS en mi país)
destruirte la vida, la carrera, la familia y todo por lo que tanto luchaste,
tanto anhelaste.
Pero
también me dolió ver tanta gente joven con los ojos puestos en un futuro mejor,
algunos no les dio ni tiempo de completar sus estudios de postgrado… y es que
ya lo tenían planificado “yo me gradúo y me voy”, cuantas veces le escuche eso
a los internos o residentes, entre los pasillos de mi hospital, mientras yo me
empecinaba en continuar, bueno ese realmente es otro tema.
Seguimos,
empecé con mis sentimientos encontrados… tristeza por todo lo que acabo de
explicar, pero a la vez alegría de ver tantas caras conocidas y es que estaba
prácticamente mi servicio de cirugía (desde jefes de servicio hasta
residentes), el servicio de anestesia, los gastroenterólogos, los urólogos, los
imagenólogos, etc… y hasta de las más específicas especialidades como por
ejemplo una cardiólogo especialista en electrofisiología… ¿pueden imaginarse? ¡Eso no es justo!
Miraba
al alrededor y veía caras de incertidumbre, pero a la vez de esperanza.
Nos
tocó entrar al salón y aquello era un régimen militar, con los pupitres
milimétricamente colocados exactamente a la misma distancia el uno del otro, en
un área que lucía impresionantemente grande, un área que en otro momento la
hubiésemos visitado en el contexto de una exposición comercial, en ¡¡¡una feria o un concierto!!!
Este
examen, en este inmenso espacio era el primer paso de una serie de requisitos a
cumplir para que te vuelvan a dar tu estatus de “médico cirujano” ese que te
ganaste luego de tantos años de estudio, plasmado en un papel (titulo) que te
dio el rector de la universidad y ahora te vuelves a graduar pero por
secretaria… sin acto, sin toga, sin birrete.
Sentado
en silencio esperas que te entreguen un sobre con el examen y una plantilla de
respuesta y es cuando empiezan las instrucciones, que por cierto, quieres que
se acaben rápido para salir de una vez de ese trago amargo.
El
frío era implacable, yo tenía las manos congeladas, no me costo llenar los
circulitos de las respuestas, solo tenía que poner el lápiz sobre mi opción y
la tembladera casi que lo rellenaba de forma automática, ¿frío?, ¿ansiedad?, ¿nerviosismo?
da igual.
Comienza
el tiempo, tienes 105 minutos para responder 90 preguntas, es decir, 1.16
minutos por pregunta.
Esa
es la primera parte del examen, empiezas leyendo y pueden pasar dos cosas, si
te sabes las respuestas de las primeras preguntas, eso te anima, pero si sucede
lo contrario te desequilibra, pero ni modo hay que seguir, pero en ese momento
te recuerdas que cada 4 preguntas malas te eliminan una buena, así que a
responder bien, no queda de otra.
El tiempo
pasa y no te das cuenta, te metes en el examen como si se tratase de tu libro
preferido, claro que este lo estás leyendo obligado, en ese momento irrumpe tu
concentración la vos de una señora que nunca vi donde estaba, pero se escuchaba
como si la tuvieras al lado, cuando dice “a transcurrido treinta minutos, les
restan hora y quince”, acto seguido, ves cuantas preguntas llevas… la cuenta
buena es llevar más de 30 preguntas para ese momento, de lo contrario vas
retrasado, cuando haces la primera parte es fácil saberlo, simplemente es el
número de la pregunta que estas respondiendo, pero la segunda parte inicia
desde la pregunta 91, ósea que cuando te vuelven a decir, van treinta minutos,
no te da la cabeza para saber cuántas llevas y particularmente yo conté las
preguntas para ver si iba bien…. termina la primera parte, y cuando subes la
cabeza estando aun sentado tienes un mareito, consecuencia de estar hora y
cuarenta y cinco minutos en la misma posición.
Sales
y es hora de ir al baño, se imaginaran la cola, para los hombres la cosa es más
fácil, uno es más rápido, pobres damas que por lógica se tardan más.
Hablas
con los amigos, eso si, sin comentar ni una solo pregunta, esa era la
recomendación, la única frase que se permitía era “como te pareció” y allí se
abría un abanico de posibilidades, hubo todas las respuestas imaginables….toca
volver a entrar para la segunda parte… todo se repite, hasta las instrucciones.
Termina
el tiempo y una persona; muy amable por cierto, recoge tu plantilla y tú la ves
por última vez diciendo “allí va mi futuro”.
Sales
y ahora si… empiezan a fluir las respuestas, ya que las personas recuerdan la
respuesta y no la pregunta. “había una de trastorno de la personalidad
facticio” “había una de ventilación mecánica” “Había una de tal antibiótico” si
tus respuestas comienzan a coincidir con la de tus compañeros te sientes bien
(que no significa necesariamente que estas bien) pero si no coinciden, sientes más
frío del que tenías en ese pupitre.
Bueno,
termina el día exhausto, muerto de cansancio pero con ganas de celebrar. ¿Celebrar
qué? si tienes que esperar un mes para que te den la nota.
Quizás
celebrar que saliste de eso aunque “momentáneamente”…
Ni
modo, toca agradecer la oportunidad que nos están dando y crecer como profesionales
y como personas...
Dr
Pablo R Ottolino
No hay comentarios:
Publicar un comentario