Juana Gallegos 02 de julio de 2018
La avalancha humana de venezolanos que
huyen hacia países vecinos no se detiene. Actualmente hay un millón en Colombia
y 350 mil en el Perú. Los gobiernos de la región idean estrategias para
afrontar el desborde. Expertos recomiendan no temer, los nacionales no perderán
sus trabajos.
Una
mujer tiene que ir al veterinario para curar la enfermedad de su hijo. El niño
tiene una infección en la piel y lleva tres meses en la lista de espera de una
farmacia.
La
madre, desesperada, sigue el consejo del dependiente que le dice que mejor vaya
a una veterinaria, que el mismo antibiótico que le ponen a los perros podrá
curar a su hijo.
La
mujer desciende un escalón de su dignidad y lo hace, y su hijo se sana. La
mujer es Luzmila (un nombre ficticio), una venezolana de 32 años, que llegó
hace siete meses a la capital, y que ahora trabaja como cocinera en el cafetín
de una universidad limeña.
Si
hacemos zoom en la vida de cada uno de los venezolanos que ha
arribado al país en los últimos tres años, encontraremos las raíces de este
éxodo que ya desborda a toda América Latina, en especial a los países que
limitan con Venezuela.
La
Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que son 2 millones
276 mil 633 los venezolanos que han dejado su tierra natal obligados
por múltiples razones: El sueldo mínimo es de US$2 dólares mensuales; un tercio
de la población vive con uno o dos alimentos al día; seis niños morían
semanalmente el 2017 por inanición, según Cáritas Venezuela.
Y no
sólo es la escasez, propiciada por el fracaso del gobierno de Maduro, lo que
los hace huir. La inseguridad es otra razón para dejarlo todo: Venezuela
es uno de los países sin conflicto bélico más violentos del mundo, y es el
segundo con más homicidios del continente.
En
cuanto al Perú, el Superintendente Nacional de Migraciones, Eduardo Sevilla, ha
dado una cifra: se calcula que son 354 mil 421 los venezolanos que han arribado
al país. Pero estos números no son estables, cambian a diario pues hoy,
al terminar el día, por la frontera con Ecuador, habrán pasado 3 mil venezolanos
más. Si este ritmo continúa, en diciembre próximo esta población llegará al
millón de inmigrantes, según el director general de Comunidades Peruanas en el
Exterior, César Bustamante.
“Hay
una sensación de invasión respecto a los venezolanos que hay que desmitificar.
Esta es una era de enorme movilidad humana. Actualmente hay diez millones de
latinos migrantes que residen en diferentes países como Estados Unidos,
Alemania, Rusia”, explica Diego Beltrand director regional de la OIM.
Lo que
preocupa a los países del cono sur es que la diáspora desborde sus capacidades.
Por ello, los países están ideando diferentes estrategias para encarar este
fenómeno.
Reacción
regional
Por su
proximidad geográfica, Colombia es el país a donde han llegado más venezolanos
ya sea para residir, o como destino de paso para viajar a otros países de la
región. La cifra de inmigrantes fluctua, pero ya pasa el millón (1'046.708). El
arribo ha sido tal que hasta hay municipios del Caribe con más venezolanos que
colombianos, reportó El Tiempo.
Esta
avalancha humana ha agarrado frío al gobierno del presidente Juan Manuel Santos
quien ha dicho que “la emigración se ha convertido en un problema serio”.
Para
hacerle frente, varios funcionarios del estado colombiano, asesorados por la
ONU, viajaron a Turquía para aprender cómo gestionar el problema de los
refugiados, pues este es un país que ha acogido a más de tres millones sirios
que escapan del horror de la guerra.
Sin
embargo, la situación se está desbordando. Hay serios problemas de salubridad
pública. Cientos de venezolanos sin hogar han sido ubicados en refugios
asentados en plazas, parques y polideportivos de forma hacinada, sin servicios
básicos, convirtiéndose en focos infecciosos.
Por
otro lado, la regularización de los inmigrantes aún es lenta pero necesaria. En
julio del 2017, Colombia implementó un Permiso Especial de Permanencia (PEP)
–el Perú lo hizo primero– que ha sido otorgado a 68.799 inmigrantes.
"Al
tener sus papeles en regla podrán trabajar formalmente y pagar sus impuestos
como todo ciudadano", explica el sociólogo José Koechlin, que prepara un
libro sobre la situación de los venezolanos en Perú.
Argentina,
por otro lado, se caracteriza por ser un país de migrantes. "Hay más de cuatro
millones y provienen de países de los cinco continentes, la inmigración es
parte de nuestro ADN", dice Diego Enríquez, director de Información,
análisis y control migratorio.
Actualmente
hay 95,000 venezolanos en ese país según la OIM. Dada su experiencia en olas
migratorias, Argentina tiene un plan de oportunidades laborales como los
proyectos del Plan Belgrano.
"Los
ingenieros venezolanos tienen la opción de participar en proyectos de energía
en el interior del país. Según un estudio, el ochenta por ciento está dispuesto
a trasladarse a otras localidades", dice el funcionario.
Por
otro lado, Brasil, donde hay 50.000 venezolanos, tiene un programa de
reubicación voluntaria para inmigrantes. En Roraima, ciudad que limita
con Venezuela y punto de concentración del éxodo, el Estado da información a
los migrantes sobre opciones de trabajo en otras provincias. Además, coordina
su traslado a albergues temporales a ciudades más pequeñas donde los gobiernos
locales les dan alojamiento, comida y cuidados de salud.
En
suma, los gobiernos del cono sur han abierto sus puertas a la ola migratoria
sin restricciones y con el rostro más solidario posible. ¿Cuál es el papel de
Perú?
Romper
mitos
Según
el gobierno, es la primera vez que Perú vive una ola migratoria de tal
magnitud. "Somos un país de emigrantes más que inmigrantes", explica
el superintendente Sevilla. Y es cierto, durante los ochentas, cuando se
disparó la inflación, miles de peruanos dejaron el país para buscar un futuro
en el extranjero. Hoy hay más de tres millones dispersos en el mundo, según el
Instituto Nacional de Estadística.
Para
el sociólogo Koechlin, no debemos temer a los inmigrantes. "El peruano no
se va quedar sin trabajo", asegura. Desde setiembre del
2017, Perú ha implementado un permiso temporal permanente (PTP) para los
migrantes, documento con el que pueden trabajar formalmente: "Se han
otorgado un total de 50 mil PTP. Descontando a los menores de edad, hay 42 mil
venezolanos que pueden trabajar formalmente. Este número en el universo de la
PEA (población económicamente activa), que es de 17 millones de peruanos, no
tiene un impacto considerable, representa el 0.25%", agrega el académico.
Lo que
perciben los nacionales es que hay un gran número de venezolanos que trabajan
en la informalidad, que cobran menos y que los estarían desplazando de sus
puestos de trabajo (considerando que en el país, el 75% labora fuera de la
ley).
"Eso
es tan cierto como cuando la peruana llegaba a Chile a trabajar de nana y
desplazaba a la chilena que cobraba más y pedía derechos laborales. El
problema no es el migrante sino el empresario o el empleador que busca
rentabilizar al máximo pagando menos", agrega Koechlin.
Para
ponerle paños tibios a la incertidumbre, el ministro de Relaciones Exteriores,
Néstor Popolizio, anunció que se evalua imponer un visado a los inmigrantes del
país petrolero.
Se
habló también de acordar "cuotas" para que se distribuya de forma
equitativa a los venezolanos entre los países de la región, para que Colombia y
Perú no carguen con la mayoría. El tablero aún no se define.
La
realidad es que muchos venezolanos prefieren despedir a sus familias en el
terminal de bus antes que la violencia callejera acabe con ellos. Dejar su país
es una cuestión de vida o muerte.
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