Noticiero52 11 de agosto de 2018
En las
últimas semanas, los viajeros que cruzan la frontera desde Venezuela hacia
Colombia se han visto afectados por el colapso en el servicio de sellado de
pasaportes en las oficinas del Saime, en la Aduana Principal de San Antonio, al
pie del Puente Internacional Simón Bolívar.
La
Plaza de la Confraternidad, construida como símbolo de la hermandad cultural y
la vecindad geográfica entre Colombia y Venezuela, se ha convertido en lugar de
una larga espera para quienes aguardan el sellado del documento que les
permitirá migrar de Venezuela hacia Colombia u otros países, en busca de
mejores oportunidades de vida.
Jóvenes
que viajan solos, familias enteras cargadas de maletas e incluso hasta con sus
mascotas, adultos mayores, niños, hombres, mujeres, forman parte de la
diversidad de estos viajeros. Junto a la fila que se torna interminable,
decenas de “gestores” ofrecen sus servicios para agilizar un trámite que en
teoría debería ser además de expedito, completamente gratuito.
Muchos
viajeros se quejaban, ninguno accedió a dar su nombre, todos temían ser
víctimas -tarde o temprano- de alguna represalia. Denunciaban los tiempos de
espera cada vez más largos, -algunos llevaban hasta tres días pernoctando en la
plaza-, la ineficiencia del servicio, pues aseguraron que las constantes “caídas
del sistema” por cortes de energía eléctrica o fallas en el servicio de datos
de internet, impedían la fluidez del proceso.
*Mayra
relató que llevaba tres días durmiendo en la Avenida Venezuela con sus maletas,
pues en la noche los guardias desalojan la Plaza y en la madrugada, al abrir la
frontera, todos se ven empujados en una frenética carrera por intentar quedar
en los primeros puestos de la fila. Ella viajaba a Chile, pero aún tenía más de
100 personas por delante, “no hay sistema de números, no hay listas, la misma
gente tiene que organizarse para tratar de que haya algo de orden, no hay
explicación por los retrasos, solo corren rumores sobre las caídas del sistema,
o la gente se da cuenta de que se va la luz, esto es un infierno”, dijo.
“No
hay sistema pero si hay sello”, interrumpió *William, ubicado un poco más atrás
en la fila. “si pagas entre 50 y 100 dólares te ponen el sello aunque no haya
sistema”, comentó. Otros confirmaron su versión y aseguraron que algunos de
quienes les acompañaban en la fila optaron por pagar, por cuanto tenían boletos
aéreos y corrían el riesgo de perder sus vuelos. “No pago, no tengo ese dinero,
apenas algunos pesos para subsistir los primeros días”, comentó *William, al
señalar que busca llegar a casa de unos familiares, en Medellín, para trabajar
con ellos en confecciones.
“En la
frontera es más fácil pasar por una trocha que sellar el pasaporte legalmente
para salir de Venezuela”, dijo *Felipe, un comerciante de 65 años quien comentó
que “el que necesita sellar porque viaja, debe sufrir el drama del Saime, a
menos que pague en dólares; pero el que quiera pasar de forma ilegal solo
necesita $20.000”, sonrió y agregó que por esa suma” un muchacho es capaz de
cargarte en la espalda y llevar tu maleta en la mano mientras cruza el río
Táchira en tan solo 10 minutos”.
*Marcos,
un “gestor”, cobraba 40 dólares por el trámite, dijo tener contactos internos
que sellaban los pasaportes en el Saime, no dio muchas explicaciones, solo dijo
que de los 40 de la tarifa, 30 son para los funcionarios y 10 para él. “De ahí
comemos todos, usted sabe cómo es”. El acceso a los funcionarios del Saime
resultó imposible, mientras que algunos militares, al ser interrogados, se
encogieron de hombros y comentaron que “el sistema está lento”. Nada oficial,
no están autorizados.
*Nombres
cambiados para proteger la identidad
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