SABINA COVO 12 de agosto de 2018
Este
mes se está celebrando un festival binacional de cine venezolano y colombiano,
en ambas capitales de estos países “hermanos”, que hoy se muestran más
separados que nunca por la política. Y que después de la toma de posesión este
pasado 7 de agosto del nuevo presidente colombiano, Iván Duque, probablemente
cambiarán aún más en su dinámica de relacionarse.
Hay
claras diferencias no solo entre la ideología política de los mandatarios de
cada uno de estos países, sino, además, en la forma que se espera gobierne
Duque en Colombia, en referencia a Venezuela. Probablemente difiriendo en parte
de la política de su antecesor, Juan Manuel Santos.
Venezuela
y Colombia han sido países que no solo comparten la frontera, sino además que
tienen muchas similitudes en costumbres, topografía y negocios. Países que no
solo fueron uno, en la historia, y compartieron el mismo libertador, sino que
han tenido a través de los años una estrecha relación comercial de diferentes
industrias. Factores como el conflicto armado en Colombia, cierres de frontera,
y la dictadura venezolana han ido perjudicando la relación. Con la iniciativa
del festival de cine se busca mostrar algo distinto y limar asperezas entre
ambos pueblos, por eso la aplaudo.
Con
una lista de muy buenas producciones en cartelera, las películas venezolanas
podrán verse en Bogotá hasta el 15 de agosto, y las colombianas en Caracas,
hasta el 1 de septiembre. Es la cuarta versión del festival, que en un pasado
se veía en las ciudades fronterizas de Cúcuta y San Cristóbal. Los
organizadores han asegurado que no todo puede ser contrabando, inmigración y
malas noticias entre ambos países que comparten un poco más de 2,200 kilómetros
de frontera y que uno de los objetivos es mostrar historias positivas.
En
Colombia, si bien han llegado empresarios venezolanos a abrir industrias, o
profesionales a ocupar empleos, también ha llegado mucha gente huyendo del
régimen venezolano, con “una mano adelante y otra atrás”, sin recursos, lo que
ha generado rechazo en Colombia y denuncias de algunos grupos venezolanos
violentos perpetuando crímenes y robos en ese país. Recordemos que cuando
Venezuela vivía la bonanza petrolera, y Colombia estuvo en el pico del
narcoterrorismo, los colombianos también huían a Venezuela y se hací el efecto
inverso. Lo negativo es que se siente desesperanza entre venezolanos y
colombianos en referencia a lo que pueda ocurrir con el gobierno de Nicolás
Maduro.
Para
algunos se vio como una luz en el camino la reciente visita de Nikki Haley esta
semana, embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, al puente Simón
Bolívar, en la frontera entre Colombia y Venezuela. Sus fuertes declaraciones
en contra del régimen de Maduro, además del anuncio de que Estados Unidos dará
9 millones de dólares adicionales a los 60 millones ya anunciados para
refugiados venezolanos en Colombia, marca lo que pudiera ser una alianza
interesante entre EEUU y Colombia para luchar contra el régimen de Maduro.
Recordemos que Colombia es el país más afectado en estos momentos con la
migración de venezolanos.
Haley
acusó a Maduro de la desgracia de los venezolanos e hizo un llamado para que
otros países de la región presionen. Los críticos de la visita piensan que
Estados Unidos no hace lo suficiente y que es más diplomacia partidista en aras
de las próximas elecciones de medio término y de la cantidad de venezolanos y
colombianos que residen en Estados Unidos. Como están las cosas en
Latinoamérica, viene un año interesante en materia de política regional con los
recientes cambios de gobierno, y todo está por verse. Por lo pronto, que viva
el cine.
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