MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO 13 de agosto de 2018
La
grave situación política, alimentaria y de seguridad cronificada en Venezuela
no ofrece ya a sus ciudadanos mejor salida que hacer las maletas en busca de
oportunidades para conseguir un trabajo, un salario digno y un futuro para sus
familias. En los últimos meses, la marea humana hacia Colombia, Ecuador, Chile
o Argentina y también a destinos europeos como España o Reino Unido alcanza
categoría de éxodo.
Faltan
datos y ni siquiera las estimaciones coinciden. Un millón de personas han
podido abandonar el país petrolero sólo en los últimos dos años, en un flujo
que algunos cálculos extienden hasta los 4 millones durante los mandatos de
Hugo Chávez y su sucesor y actual presidente, Nicolás Maduro. A él y su
Gobierno culpan estos emigrantes forzados de todas las calamidades. Para el
Ejecutivo, la crisis viene de «la guerra económica» de EE UU, sus aliados de la
región y la derecha nacional. La realidad es la estampida aunque la muerte sea
una posibilidad para estos 'balseros de tierra' del siglo XXI.
Viviana,
30 años; Miguel, 23; Violeta, 76; José Antonio, 86; Manuel, 38; Yasodhara, 24 y
Thiago, 1 año son sólo una muestra de los venezolanos que viven separados de
sus familias. Viviana y Miguel son hermanos y pueden apoyarse en su ciudadanía
española por sus orígenes paternos. Ella a los 27 años viajó a España a abrir
camino al resto de la familia. Con su trabajo en una oficina pudo sacar a su
hermano el año pasado, y él consiguió un empleo de informático. Quieren
reunirse en Madrid con sus padres, pero las cuentas aún no les dan. José
Antonio y Violeta están en Caracas. Manuel, el tercero de sus hijos, también se
marchó con su mujer y el bebé. «Lo más difícil es la soledad. Tienes la casa
llena y de repente se queda vacía», cuenta José Antonio a periodistas
venezolanos.
LAS
CLAVES En los últimos meses, las llegadas a Colombia o Ecuador alcanzan la
categoría de éxodo 25.000 personas cruzan cada día el puente Simón Bolívar para
conseguir alimentos y medicinas
Por
los puentes fronterizos
Si
hace unos años los emigrantes viajaban en avión a Estados Unidos y a Europa
-España, Italia y Portugal-, desde 2016, con los precios de los pasajes
inalcanzables, sólo pueden cruzar los puentes fronterizos con Colombia o Brasil
y aspirar a quedarse en países de la región a los que llegan por mar o
carretera. Entrar en territorio colombiano es el primer objetivo. Antes de
abandonar el poder, hace unos días, el presidente Juan Manuel Santos concedió
la residencia por dos años a 440.000 venezolanos.
Las
llegadas aumentaron once veces en 24 meses, pasando de 48.714 a «870.000
venezolanos regulares, en proceso de regularización e irregulares», según
Christian Krüger, director general de Migración, que anticipó que a principios
de este mes la cifra estaba ya «cerca del millón». Para Krüger, las políticas
de Maduro están detrás del «éxodo». El chavismo, censura, tiene «una política
de expulsión hasta de sus propios nacionales, cuanta menos gente esté en el
país es mucho más fácil repartir lo poco que tienen».
Colombia
es punto de llegada y trampolín, el «principal destino para los venezolanos en Sudamérica»,
pero además «puente hacia terceros» países. «Esta dinámica no sólo se ha
mantenido sino que incluso se ha acrecentado en los últimos meses», señala un
informe de Migración Colombia. El objetivo en el segundo caso es llegar a
Chile, Argentina, Ecuador, Panamá -que ha comenzado a pedir visado-, Brasil y
Perú que, en ese orden, son los nuevos destinos. El miedo y la falta de
expectativas ponen en camino a familias enteras, que cargan con lo más
imprescindible para comenzar una nueva vida donde en lugar de ejercer de
ingenieros tendrán que empezar por limpiar suelos con la esperanza de que sólo
sea al principio.
No
morir de hambre
Todos
-un 59,2% son universitarios- huyen para no morir de hambre, pues según una
Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) en 2017 al menos el 87% de la
población no podía cubrir los gastos de alimentación. O para no engrosar las
estadísticas del Observatorio Venezolano de la Violencia, que cifra en al menos
26.626 las personas asesinadas durante el año pasado.
Muchos
de los que no se van cruzan a diario el puente Simón Bolívar, «la frontera más
dinámica de América Latina» en las décadas de bonanza, para conseguir alimentos
y medicinas que por la hiperinflación -del 14.000% en lo que va de año según el
Fondo Monetario Internacional- y la escasez son imposibles de obtener en su
propio país. Son 25.000 cada día y tienen que hacerlo a pie porque hace tres
años Maduro prohibió el paso de vehículos.
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