Correo del Caroní 28 de agosto de 2019
@CorreodelCaroni
“Pedimos
una mayor responsabilidad compartida a nivel internacional”, reclama Yukiko
Iriyama, representante adjunta de Acnur en Colombia.
A medida que la crisis económica en Venezuela se
agudiza, quienes abandonan el país y llegan a Colombia lo hacen aún más
necesitados de asistencia, ha alertado una responsable del Alto Comisionado de
la ONU para los Refugiados (Acnur), que defiende que esta crisis ha dejado de
ser ya solo de índole regional para convertirse en “global”.
“La gente llega en condiciones más vulnerables, por lo
que requieren más apoyo humanitario”, explica la representante adjunta de Acnur
en Colombia, Yukiko Iriyama. Entre los migrantes venezolanos que llegan hay
embarazadas, niños desnutridos y personas discapacitadas, subraya, por lo que
suponen una carga aún mayor para Colombia, país que acoge a más de 1,4 millones
de venezolanos.
El flujo de llegadas aumentó recientemente ya que
muchos venezolanos intentaron cruzar Colombia para llegar a Ecuador antes de
que entrara en vigor la necesidad de un visado humanitario para entrar en este
país el lunes, señala Iriyama.
El Gobierno colombiano dice que solo ha recibido 96
millones de dólares de ayuda hasta mediados de agosto para afrontar este flujo,
el 30 por ciento de lo que la ONU estima que necesita este año. Tiene que haber
una mayor “visibilización” de la crisis de refugiados venezolanos, que
“inicialmente se consideró una situación regional para América Latina”, reclama
la responsable de Acnur.
América Latina y el Caribe actualmente acogen al 80
por ciento de los 4,3 millones de venezolanos que han abandonado el país en los
últimos años, según Acnur. Por detrás de Colombia, los principales países de
acogida son Perú, con unos 853.400 venezolanos; Ecuador, con 330.400; Chile,
con 288.200; Brasil, con 178.600, y Argentina, con 145.000.
Responsabilidad compartida
“Pedimos una mayor responsabilidad compartida a nivel internacional”, reclama Iriyama, que reconoce que no todos los venezolanos que han abandonado el país pueden ser considerados refugiados ya que “la gente se marcha por razones diferentes”.
Sin embargo, una persona no necesita haber tenido que escapar de la persecución política para ser considerado un refugiado. Muchos venezolanos carecían de comida y atención sanitaria, ambos considerados como derechos fundamentales, destaca Iriyama.
Además, hay “graves perturbaciones públicas” en Venezuela, lo cual también contribuye a que se pueda considerar a muchos migrantes como refugiados, añade.
Iriyama atribuye la política de apertura de Colombia a la llegada venezolanos a los acontecimientos de hace una década, cuando Venezuela era un país rico y los colombianos emigraban allí para escapar del conflicto armado en su país. “Hay un sentimiento de hermandad, de solidaridad”, resume.
Además, Colombia “no considera que cerrar la frontera sea una solución”, añade la responsable de Acnur. Muchos venezolanos ya entran en Colombia de forma ilegal a través de rutas en las que se arriesgan a toparse con grupos armados que reclutan a menores y con las redes de tráfico de personas, alerta, subrayando que cerrar la frontera empujaría a más personas a tomar esas rutas.
Por último, la representante de Acnur defiende la necesidad de integrar a los migrantes en el mercado laboral. Según un estudio del Banco Mundial “aunque este flujo pueda tener un impacto (negativo) en la economía en los primeros años (...) a largo plazo, si se regulariza y garantiza que las personas pueden trabajar de forma legal y contribuir a la economía de Colombia, entonces se convierten en algo positivo”, incide.
Responsabilidad compartida
“Pedimos una mayor responsabilidad compartida a nivel internacional”, reclama Iriyama, que reconoce que no todos los venezolanos que han abandonado el país pueden ser considerados refugiados ya que “la gente se marcha por razones diferentes”.
Sin embargo, una persona no necesita haber tenido que escapar de la persecución política para ser considerado un refugiado. Muchos venezolanos carecían de comida y atención sanitaria, ambos considerados como derechos fundamentales, destaca Iriyama.
Además, hay “graves perturbaciones públicas” en Venezuela, lo cual también contribuye a que se pueda considerar a muchos migrantes como refugiados, añade.
Iriyama atribuye la política de apertura de Colombia a la llegada venezolanos a los acontecimientos de hace una década, cuando Venezuela era un país rico y los colombianos emigraban allí para escapar del conflicto armado en su país. “Hay un sentimiento de hermandad, de solidaridad”, resume.
Además, Colombia “no considera que cerrar la frontera sea una solución”, añade la responsable de Acnur. Muchos venezolanos ya entran en Colombia de forma ilegal a través de rutas en las que se arriesgan a toparse con grupos armados que reclutan a menores y con las redes de tráfico de personas, alerta, subrayando que cerrar la frontera empujaría a más personas a tomar esas rutas.
Por último, la representante de Acnur defiende la necesidad de integrar a los migrantes en el mercado laboral. Según un estudio del Banco Mundial “aunque este flujo pueda tener un impacto (negativo) en la economía en los primeros años (...) a largo plazo, si se regulariza y garantiza que las personas pueden trabajar de forma legal y contribuir a la economía de Colombia, entonces se convierten en algo positivo”, incide.
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