JAVIER LAFUENTE 27 de septiembre de 2019
@lafuentejavi
El político venezolano, designado por Juan Guaidó
comisionado de Relaciones Exteriores, reflexiona sobre la crisis de su país y
la necesidad de intensificar la presión internacional
El ajetreo esta semana en Nueva York de la delegación
del presidente
de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, reconocido como
mandatario interino por más de 50 países, ha sido abrumador. Un ir y venir de
reuniones y comparecencias, lideradas por Julio
Borges, diputado y expresidente del Parlamento, a quien Guaidó ha designado
comisionado para las Relaciones Exteriores. Borges ha dedicado esta semana a
intensificar la presión sobre el Gobierno
de Maduro en el exterior, lo que contrasta con la inacción que se
percibe dentro del país.
Pregunta. Ustedes
insisten en la necesidad de combinar la presión interna y externa. ¿Qué ha
aportado hasta ahora esta estrategia?
Respuesta. No
solo es algo de este año, es una prédica que venimos construyendo desde hace
tiempo. Solo en los momentos en que las dos fuerzas se han aplicado contra la
dictadura es cuando hemos estado más cerca de lograr un desenlace. Si
hiciéramos una radiografía a la dictadura de Maduro para ver lo que está dentro
y no la apariencia, veríamos que el sistema está roto, quebrado. La presión ha hecho
efecto, jerarcas militares y civiles están mandando constantemente señales de
que quieren colaborar para que haya un cambio en el país. Hay que evaluar ahora
dónde y en qué intensidad se aplica la presión.
P. Más de 50
países reconocieron muy rápido a Juan Guaidó como presidente interino de
Venezuela. La realidad es que quien va a comparecer ante la Asamblea
General de la ONU es un representante del Gobierno de Maduro. ¿Cómo
van a convencer a la comunidad de que Guaidó tiene margen de maniobra?
R. La
legitimidad y el apoyo al Parlamento [Asamblea Nacional] y a Juan Guaidó no
solo están intactos, sino que van creciendo. Hemos hecho avances en lo que
significa el manejo de activos del Estado venezolano, en estar sentados en
organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), las Embajadas que hemos conseguido abrir…
No hay vuelta atrás. Todo el mundo esperaba que fuese un proceso más rápido,
pero independientemente de los tiempos, es irreversible.
P. Una parte de
la oposición, la más radical, celebró la aplicación del Tratado
Interamericano de Asistencia Militar (TIAR), porque abría la puerta a una
intervención militar en Venezuela. No obstante, de momento, el TIAR parece
destinado a intensificar las sanciones contra el Gobierno de Maduro. ¿Se ha
dejado de lado la opción militar?
R. No se trata
de cerrar ninguna opción y no quiero con esto repetir la frase que tanto se ha
dicho durante el año. Cuando yo era presidente de la Asamblea, a mitad de 2017,
fuimos a la Unión Europea y a la Casa Blanca a plantear sanciones a la
dictadura. La respuesta fue que nos teníamos que olvidar, pero a los pocos
meses estaban aplicándolas. Después, pedimos sanciones más fuertes, nos dijeron
que no se iba a hacer y el 28 de enero se aplicaron las más fuertes, las
petroleras. Lo que parecía imposible se ha ido haciendo.
P. Lo que le
pregunto es si la vía de las sanciones se ha impuesto a una posible
intervención militar.
R. La vía de
las sanciones todavía tiene muchos instrumentos y opciones sobre las que hay
que actuar. El daño interno que está sufriendo el régimen de Maduro es
muchísimo mayor de lo que puedan aparentar.
P. ¿Por qué
cree que las sanciones ahogan más a Maduro y sus aliados que al pueblo
venezolano?
R. Las
sanciones son producto o consecuencia del drama que significa Nicolás
Maduro. Todos los males que sufre Venezuela llevaron a la comunidad
internacional a evaluar qué presión hacían para quebrar este sistema que dirige
ahora Venezuela. La pregunta que mucha gente se hace es por qué Maduro sigue
ahí. No es que hayamos tomado un camino equivocado, sino que quien soporta
todavía a la dictadura de Venezuela es, por un lado, Cuba, desde el punto de vista de la
represión, estrategia, el know-how dictatorial y Rusia, con la
ingeniería financiera para evitar las sanciones. Lo que hace más difícil el
cambio no es el tema interno, sino la colonización de Cuba sobre la fuerza
armada y el régimen de Maduro.
P. Le insisto,
¿por qué defiende que las sanciones son efectivas pese a la repercusión que
tienen en el pueblo venezolano?
R. Mire, se lo
ilustro en primera persona. Si yo tuviera una enfermedad, lo peor que podría
hacer es no someterme a un tratamiento y dejar que esa enfermedad me consuma.
En el caso de Venezuela, esa enfermedad es Maduro. No quiero decir que las
sanciones son más fuertes que la crisis que ha propiciado, sino que soy
consciente de que las medicinas, los remedios, son casi tan fuertes pero
necesarios para vencer la enfermedad, en este caso, lograr la libertad y un
futuro pleno para los venezolanos.
P. Hay dos
episodios significativos este año, el intento de entrada de ayuda humanitaria a
través de la
frontera de Colombia, el 23 de febrero y la ofensiva, con apoyo
militar, del 30 de abril. ¿Admite que, además de fracasar, esos dos
episodios debilitaron la imagen internacional de Guaidó?
R. Yo creo que
la imagen de Guaidó no está afectada, honestamente, sino consolidada y
reconocida por la dimensión de la lucha que está dando.
P. Entonces, ¿cuáles
han sido las consecuencias de esos dos fracasos? ¿Qué autocrítica hace?
R. La palabra
que nosotros no hemos manejado con estrategia es expectativa. Una victoria con
un mal manejo de las expectativas, siempre es un revés. No se trata de imprimir
la sensación de que la salida será en horas, sino de que lo importante es
persistir para que la solución sea más rápida. La fuerza hay que ponerla en
persistir. Si suma todo lo que ha ocurrido en 2019, los triunfos superan
exponencialmente a los errores o los fracasos. En la medida en que cualquier
episodio se vende o impulsa como que en minutos va a significar la solución,
eso hace que la gente quede frustrada. Si lo haces como un café instantáneo, la
gente pierde la energía. Quizás porque ha habido tanta expectativa en la
inmediatez, la gente se siente ahorita en un momento de parálisis.
P. ¿Y cómo cree
que van a recuperar a la gente de esa parálisis?
R. Llevamos
luchando 20 años, no solo desde 2019. El país nunca ha tirado la toalla ni lo
va a hacer. Este proceso tiene sus subidas y bajadas. A principio de año nadie
pensaba que la gente saldría a la calle y lo hicieron como nunca. Yo no dudo ni
un segundo que esa energía, esa fuerza está ahí. Cuando la gente intuye que
estamos en un momento decisivo, la gente responde.
P. ¿Cómo
explica las
fotos de Guaidó con narcoparamilitares el día que cruzó la frontera
con Colombia?
R. La
existencia de esas fotos y toda la novela que ha montado Maduro carece de total
importancia. El problema grave, real, es que entre Colombia y Venezuela ha
surgido un tercer país, el país de la violencia en la frontera, que lo ha
provocado Maduro con la extorsión del ELN,
con las FARC, la prostitución infantil... La única manera de que nosotros
podamos tener un país sin esas taras es con Maduro fuera del poder.
P. Pero hay
unas fotos de un político, reconocido como presidente por casi 60 gobiernos de
todo el mundo, cruzando unas trochas con ayuda de narcoparamilitares. ¿Cómo se
explican esas fotos?
R. A todos los
que hemos tenido que cruzar esa frontera nos toca, precisamente por ese tercer
país promovido por Maduro, lidiar con fuerzas criminales, con guerrilla que hay
que pagarles para pasar, con gente armada que se enfrenta mientras pasamos…
P. ¿Y Colombia
no tiene responsabilidad?
R. Colombia ha
avanzado por diferentes rutas en una pacificación y se ha ido purificando.
Todos esos males que nosotros veíamos con horror hace 50 años ahora no solo
están en Venezuela sino promovidos por el Estado venezolano.
P. Usted lideró
la negociación con el chavismo en República Dominicana. Ahora que la de
Barbados, auspiciada por Noruega, parece acabada, ¿cree que es viable una
negociación?
R. La única
manera de que haya una negociación en Venezuela es que haya tal magnitud de
presión que Maduro se vea obligado a negociar su salida. Subrayo la palabra
obligado. Por buena fe, por el futuro de Venezuela, por piedad con el
sufrimiento de la gente, nunca va a suceder una negociación. Por una razón muy
concreta: Cuba. Cuba depende de Maduro y Maduro depende de Cuba.
P. ¿A qué se
refiere con presión?
R. Hay que
seguir presionando a Cuba con mucha fuerza. En segundo lugar, América Latina
tiene que emplazar a Rusia a
ver si quiere hundirse con Maduro o tener una buena relación con la región.
Tiene que haber más sanciones de Europa, que España, fundamentalmente, no se
convierta en el paraíso de quienes han robado y saqueado a Venezuela, como es
hoy. Hacen falta medidas más fuertes de España, que todavía no ha tomado.
P. ¿Por qué
siente que España no ha sido suficientemente dura?
R. Porque no
hay un liderazgo claro, no hay un gobierno cohesionado. Se trata del tema
venezolano de una manera instrumental. Nos da dolor que el paraíso de la
mayoría de corruptos venezolanos sea España, ahí es donde están sus hijos, sus
propiedades, sus bienes. España ha abandonado completamente su posición
privilegiada de ser el líder de toda Europa en América Latina y de ser el líder
de Iberoamérica en toda Europa.
P. El próximo
jefe de la diplomacia europea será precisamente el actual canciller español,
Josep Borrell. ¿Cómo cree que afectará el nombramiento respecto a la posición
de la Unión Europea ante Venezuela?
R. Borrell es
una garantía de que Venezuela siempre va a estar en la agenda. Yo veo a un
Borrell muy claro con lo que está pasando en mi país, veo que es un tema que lo
mortifica y humanamente le golpea, le duele en lo personal. Falta un cuarto
factor y es que pueda articular y armar un liderazgo muy fuerte para lograr una
salida democrática. Hay una oportunidad para crear las condiciones para aflojar
los impedimentos que hay ahora con un elenco como es el de China, Rusia,
Europa, América Latina, Europa y Estados Unidos y él podría jugar un papel
estelar.
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