Daniel Gómez 28 de octubre de 2019
@alnaviocom
Los
caminos del éxodo venezolano no siempre llegan al paraíso. Los países de
Latinoamérica, democracias jóvenes e imperfectas, también tienen problemas. Se
vio en Quito hace tres semanas. Se está viendo ahora en Santiago. “No creo que
sea fácil para el venezolano digerir eso”, dice al diario ALnavío Ana María
Oxford, presidenta de la ONG Red Reto. “Aunque la ventaja comparativa es que
tienen una estructura institucional sólida, no como la de Venezuela”.
Los últimos reportes de Naciones Unidas indican
que el éxodo venezolano alcanzó los cinco millones de personas. La misma ONU
dice que al menos cuatro millones han elegido otros países de Latinoamérica para
vivir. Por cercanía, Colombia es el principal destino.
Recientemente el gobierno colombiano precisó que hay 1,5 millones de
venezolanos en su territorio. Números conservadores ya que como pudo saber el
diario ALnavío, en la Presidencia manejan informes que hablan de
más de dos millones. Dos millones que han llegado de golpe. De 2017 en adelante
se ha producido el grueso de los desplazamientos. A Colombia, y a otros países
de la región:
- En Ecuador el gobierno censa 240.000 venezolanos.
- En Perú 850.000.
- En Chile 325.000.
- En Argentina 165.000.
- En Brasil 74.000.
“Al final se está mudando un país”, resume en
conversación con el diario ALnavío Ana María Oxford, presidenta
de Red Reto, una ONG que persigue el desarrollo y empoderamiento
del pueblo venezolano.
Y que se esté mudando un país tiene consecuencias.
Sobre todo, en países frágiles como los de América Latina. Con democracias
jóvenes, instituciones inmaduras, y altos grados de desigualdad.
La situación de las últimas semanas es significativa.
Miles de venezolanos huyendo del desastre en Venezuela, arriban a Quito o Santiago,
y se encuentran las calles prendidas en protestas como si de Caracas se
tratase, con manifestantes multitudinarias clamando contra el gobierno y la
desigualdad. Salvando sin duda las distancias, porque unas protestas se
producen en democracia y las otras en medio de un régimen.
“Venezuela tiene 20 años de dictadura. Una dictadura
moderna, pero una dictadura. Los países hacia donde van son democracias
recientes, aunque con la ventaja de haber superado crisis, y, a diferencia de
Venezuela, con instituciones que funcionan, con dirigentes que respetan la
Constitución, y donde la separación de poderes todavía existe”, comenta Oxford.
“No creo que sea fácil para el venezolano digerir eso.
Sentir que las protestas en Chile o Ecuador vayan a ser mayores. Aunque la
ventaja comparativa es que tienen una estructura institucional sólida, no como
la de Venezuela”, agrega.
Ana María Oxford pide a los venezolanos no caer en la
desesperación. Ser empáticos con el residente local. También confianza. Que
confíen en la democracia.
Hay sectores que denuncian que estas dosis de
inestabilidad que están viviendo los países de América Latina son promovidas
por Nicolás Maduro con apoyo del régimen de La Habana.
Que estas protestas tienen su germen en el Foro de Sao Paulo que
este julio se celebró en Caracas. ¿No es esto un problema para el
venezolano? ¿No corre el riesgo de sufrir episodios de xenofobia? ¿Que vean al
venezolano como un factor desestabilizador?
“No. Creo que los chilenos y los ecuatorianos son
conscientes de que el problema en este caso son Maduro y Cuba. No los
venezolanos. Los episodios de rechazo contra los venezolanos en otros países
atienden más bien a un factor económico. Al impacto que tiene en la economía
que se esté desplazando un país”, comenta Ana María Oxford.
Los países latinoamericanos tienen estructuras
fiscales débiles. El ejemplo es Colombia, a la que el Fondo Monetario
Internacional ha recomendado implantar un nuevo esquema tributario
para soportar el éxodo, para garantizar la sanidad, la educación y la vivienda
a los migrantes, y de paso, para resolver las históricas desigualdades entre
ricos y pobres que golpean al país. Más impuestos, más esfuerzos que puede que
muchos colombianos no vean con buenos ojos. Y como en Colombia, lo mismo
ocurrirá en Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Brasil.
“Sin duda hay un impacto en las plazas educativas, en
las plazas de salud, en las plazas de trabajo. Este elemento económico es más
perjudicial para la imagen del venezolano que cualquier otra cosa. Afecta lo
cotidiano. El día a día”, explica la experta.
En declaraciones al diario ALnavío el
jefe del Banco de Pagos Internacionales en
Latinoamérica, Enrique Alberola, contó un episodio que prueba a la
perfección lo que comentó Ana María Oxford.
Enrique Alberola reprodujo la última conversación que
tuvo con la mujer ecuatoriana que hace una década limpiaba su casa en España.
Ella ahora vive en Ecuador, y el directivo la fue a visitar para saber cómo
estaba. Entonces la señora soltó un comentario que a Alberola le sorprendió:
- Estos venezolanos que están viniendo a Ecuador nos
están quitando el trabajo, le dijo la señora a Alberola.
El comentario le sorprendió, porque la queja de su
extrabajadora le recordó a la que se oía en España hace 10 años, cuando muchos
migrantes latinoamericanos, la mayoría ecuatorianos, iban a ese país y ocupaban
los empleos que los españoles desechaban.
La queja de esta mujer expresa muy bien lo que están
sintiendo muchos ecuatorianos, colombianos, peruanos, chilenos y argentinos que
ven cómo sus calles se inundan de venezolanos. En muchos casos, de venezolanos
animosos, dispuestos a trabajar y prosperar.
Cabe recordar que los episodios xenófobos son minoritarios.
En Latinoamérica a los venezolanos se les recibe con los brazos abiertos. Todos
los gobiernos insisten en ese mensaje. Con especial énfasis lo hace el de Iván
Duque en Colombia, que casualmente, es el más golpeado por la
avalancha migratoria.
No obstante, Duque acaba de constatar cómo su gobierno
pierde apoyos. Este domingo se celebraron las elecciones municipales y su
partido, Centro Democrático, perdió en dos plazas significativas
como Bogotá y Antioquia. ¿Afectará esto a los
venezolanos?
Lo que sí está afectando al éxodo es el control de
cambios impuesto en Argentina luego de que este domingo el
peronista Alberto Fernández, en fórmula con la expresidenta Cristina
Fernández de Kirchner, ganara las presidenciales a Mauricio Macri.
El Banco Central limitó a 200 la cantidad de dólares que se
pueden retirar por mes para evitar una fuga de capitales. A los venezolanos
esta situación les sonará conocida.
Un reciente estudio de BBVA Research, el
equipo de investigación del banco español, hizo una radiografía completa del
perfil del venezolano que está en Perú. Un venezolano dispuesto a trabajar. Que
se lanza por las oportunidades. Por eso acude a las ciudades. A Lima esencialmente.
“La mayoría trabajan, aunque no en las mejores
condiciones”, apunta el estudio. Un dato es que 89% de los trabajadores no
tiene contrato, “en parte debido a que no cuentan con permiso legal o porque no
han convalidado sus estudios.
Pese a estas irregularidades, su impacto es notorio. Y
para bien. “Al tomar en cuenta la mayor disponibilidad de mano de obra y de
capital humano generada por los inmigrantes venezolanos, estimamos que el PIB
potencial de Perú ha dado un salto discreto importante, por única vez, entre
2017 y 2019”. Hablan de un impacto de hasta un punto en el producto interior
bruto.
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