Trino Márquez 05 de julio de 2023
@trinomarquezc
La
inhabilitación de María Corina Machado generó un rechazo generalizado tanto
dentro como fuera de Venezuela. En la reciente reunión de Mercosur, los
presidentes de Paraguay, Abdo Benítez, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, fueron
categóricos al denunciar el atropello y exigir que se restablezcan las
libertades democráticas en Venezuela. Hay que ‘alzar la voz’ contra el gobierno
de Nicolás Maduro, dijeron los mandatarios. Luiz Inácio Lula, de Brasil, y
Alberto Fernández, de Argentina, fueron –como siempre- más escurridizos. Hay
que ‘dialogar’ con Maduro, dijo Lula, luego de admitir que no conocía los
detalles de la decisión; tampoco parece saber que las conversaciones en México
naufragaron por la persistente negativa del gobernante venezolano.
Igualmente se han pronunciado la Unión Europea, Reino Unido, Canadá, Chile. Hasta el Alto Comisionado de la Oficina para DDHH de la ONU, Volker Türk, llamó al gobierno venezolano a garantizar el debido proceso en las inhabilitaciones políticas dictaminadas por la Contraloría.
El
régimen contraataca acusando de ‘injerencistas’ a los gobiernos y
organizaciones que han opinado contra la arbitrariedad. El único injerencismo
que le gusta a Maduro es el de los cubanos, rusos e iraníes. La tiranía cubana,
que ha esquilmado a Venezuela, constituye uno de los soportes más sólidos del
régimen en el área de la seguridad. También le entregó el manejo de las
Notarías y los Registros. ¡Cualquier cosa!
María Corina se suma a la ilegal inhabilitación de Henrique Capriles, víctima
del odio encarnizado que le tiene Diosdado Cabello desde que aquél lo derrotó
en las elecciones para gobernador de Miranda, cuando Cabello intentó repetir
como mandatario de ese estado. A María Corina y a Capriles podrían seguirles
otros candidatos a la Primaria. El Gobierno sería capaz de utilizar a su
obediente Contralor para sacar de la competencia a Andrés Velásquez, a Delsa
Solórzano, a César Pérez Vivas, a Andrés Caleca o a cualquier otro aspirante
que despunte en las encuestas y sea considerado por Maduro y su gente como un
peligro para su continuidad.
Ese
fue el esquema utilizado por Daniel Ortega en Nicaragua, cuando inhabilitó a
Cristiana Chamorro, quien lideraba las encuestas. Luego continuó con el resto
de los aspirantes que fueron tomando el testigo. Ortega no les dio tregua a sus
adversarios. Manejó la maquinaria del Estado para aplastar a sus opositores.
Después siguió la razzia con periodistas, escritores y sacerdotes de la Iglesia
Católica. Todos los que se asomasen como críticos pasaron a ser declarados
enemigos y fueron demolidos. Nicaragua representa una tiranía similar a la que
los hermanos Castro impusieron en Cuba hace más de seis décadas. Ese es el
modelo que la casta roja pretende establecer en Venezuela.
Ante
ese panorama, cómo enfrentar al régimen con algunas posibilidades de impedir
que Venezuela termine siendo una copia de Cuba y Nicaragua. La inhabilitación
de María Corina y de Capriles constituye una provocación orientada a sacar a
los principales opositores –los agrupados en torno de la Plataforma Unitaria y
a la Comisión Nacional de Primaria- de la ruta electoral. El Gobierno busca
crear frustración y escepticismo con respecto a las posibilidades de lograr
cambios democráticos por la vía del sufragio. ¿Para qué organizar la Primaria e
ir a votar si el régimen no aceptará al ganador de la consulta y, para cubrir
las formalidades legales, impondrá un candidato fantoche manejado por Maduro y
su grupo? Esta es la reacción que la élite gobernante espera.
Siendo
ese el propósito del Gobierno, lo más sensato es no complacerlo. La PU, la CNP
y todos los sectores que quieran plegarse a esa postura, deberían reafirmar su
convicción en la estrategia electoral. Los aspirantes inscritos en la Primaria
–por supuesto que incluidos María Corina y Capriles- tendrían que seguir
recorriendo el país con la convicción de que el enorme malestar existente en
Venezuela contra Maduro encontrará en esa campaña las posibilidades de
expresarse y potenciarse. Al Gobierno no le será fácil reprimir o sofocar los
apoyos que vayan recibiendo los aspirantes en cada estado, municipio o
localidad que visiten. La Primaria puede convertirse en esa bujía que esperan
los ciudadanos para expresar su desaliento y rabia por la miseria en la que los
hundió el régimen.
La campaña
por lograr una Primaria exitosa, que atraiga a millones de votantes, debería
estar acompañada de más acciones en el plano mundial. La PU tendría que crear
una Secretaría Internacional que se dirija regularmente a los Presidentes
democráticos de América Latina, a los Parlamentos del continente, a los
partidos democráticos del mundo y a diversas instituciones y organizaciones
internacionales ocupadas de seguir la marcha de la democracia en el planeta,
con el fin de informarles de forma detallada acerca de lo que ocurre en
Venezuela, exhortándolos a que se pronuncien a favor del respeto a la libertad,
al Estado de derecho, a la soberanía popular y a la Constitución, que, de paso,
señala a la votación ciudadana como unos de los derechos fundamentales de la
democracia participativa y protagónica.
La
dirigencia opositora debe actuar en varios escenarios al mismo tiempo. El
enemigo que se encuentra enfrente carece de escrúpulos y sus aliados son las
dictaduras más sanguinarias del continente y el mundo. La vía electoral no se
reduce a invitar a la gente a votar, primero en la Primaria y luego en las
elecciones nacionales. La ruta electoral es mucho más compleja y global que la
campaña proselitista y el acto de sufragar. Así conviene asumirla.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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