Ismael Pérez Vigil 06 de julio de 2024
@Ismael_Perez
La
semana pasada concluí señalando algunos intentos del gobierno, en su estrategia
para desmotivar a los electores de oposición y estimular la abstención; y me
referí a dos últimos intentos, específicos, en esa materia: Impedir y limitar
la observación electoral y restringir el ámbito de acción de los “testigos
electorales”. Esos dos puntos y la defensa colectiva del voto, muy importante
en este proceso electoral, son el centro de las reflexiones que siguen.
Restricciones
a observadores.
El CNE prácticamente suprimió la observación internacional, que se restringirá a una Misión de la ONU, con unos pocos observadores y a la que pueda realizar el Centro Carter, que como sabemos siempre realiza una observación muy limitada. Naturalmente, permitirá la observación de algunos de sus “amigos” y aliados internacionales, siempre dispuestos a esa actividad, que no aportan nada al proceso de asegurar una elección ajustada a mínimas normas internacionales en la materia. De igual manera, el CNE está minando considerablemente la observación nacional, al no reconocer a algunas organizaciones de observadores importantes y restringiendo a otros el número de observadores o retrasando la autorización y credenciales para sus observadores.
No
obstante, nada puede impedir que cualquier elector se convierta en un
“observador electoral”; después de todo, la observación electoral en Venezuela
se organizó y efectuó desde el año 2000, por parte de los ciudadanos, mucho
antes de que estuviera normada en el Reglamento de la Ley Orgánica de Procesos
Electorales. No hay nada que pueda impedir que al momento de votar observemos
lo que ocurre en nuestra mesa y que nos mantengamos atentos observando que todo
se desenvuelve conforme a lo que debe ser, que tomemos notas, que informemos a
través de las redes sociales, siempre y cuando se ajusten a la verdad y sin
alarmismo, que pueda desestimular a los electores.
Restricción
a los testigos.
La
última estratagema para tratar de confundir y desmotivar a los electores, es la
de desconocer lo que había sido una práctica constante de nuestros procesos
electorales, en los que se siempre se permitió que los “testigos electorales”
−cumpliendo la norma básica de ser electores y votar en la mesa que les
corresponde de acuerdo a su registro electoral− pudieran desempeñarse en
cualquier Mesa Electoral, aun cuando ésta no estuviera en el Centro de Votación
en el que están registrados. Tal restricción, con la que seguramente se
pretendió desmotivar a los partidos opositores y los voluntarios que se están
ofreciendo como “testigos”, resultó ser una medida inútil, pues los partidos y
organizaciones de la sociedad civil estaban advertidos de esa posibilidad y
habían tomado sus previsiones. El 98% de las mesas, asegura la Plataforma
Unitaria, están cubiertas con “testigos” opositores y las que restan son
centros de votación remotos, inhóspitos, de difícil acceso y escasos votantes.
Al
igual que en el caso de la “observación”, en momentos muy puntuales, todos
podemos ser “testigos”; especialmente durante algunas actividades críticas que
ya he mencionado y resumo: la constitución de las mesas, estar pendientes del
desarrollo del proceso durante el día, la hora de cierre de las mesas cuando no
haya electores en fila para votar, en el proceso de escrutinio y sobre todo, en
la “verificación ciudadana”, que como su nombre bien indica es una actividad
intrínsecamente ciudadana.
Concluimos
entonces en que todos los venezolanos, además de votar, nos debemos convertir
en “observadores” y “testigos” del proceso electoral y así, ambas acciones:
eliminar y limitar la observación electoral y restringir el desempeño de los
“testigos electorales”, son inútiles; no obstante, no podemos dejar de
denunciarlas como una señal más de los esfuerzos por impedir el voto popular que
busca un cambio político en el país. Por eso, para esta elección, es
fundamental la defensa colectiva del voto; pero antes de entrar de lleno en esa
tarea, hay que realizar un par de reflexiones.
“algo…”
En
regiones, estados, ciudades y pueblos, cuyas autoridades son afectas al
gobierno, ponen obstáculos en las vías, ¡las rompen!, intentan detener el paso
con la fuerza pública, niegan permisos, amenazan, meten presos a dirigentes
opositores, cierran negocios y locales, decomisan equipos de sonido, vehículos,
motos; y sin embargo, no logran detener las grandes concentraciones, emotivas,
entusiastas, esperanzadas, ni terminan de dar el golpe a la lámpara. Hay “algo”
que los detiene.
De su
cuenta…
Los
últimos días antes de la Primaria, en la Comisión Nacional de Primaria, nos
reuníamos con representantes de los partidos y candidatos a revisar detalles;
muchos confiaban abiertamente en lo que decíamos y en nuestros preparativos;
pero, otros dudaban, desconfiaban, los había escépticos y algunos aseguraban
que, debido a lo que decían sus “comandos regionales”, había que aplazar la
primaria, porque nada estaba listo. La verdad es que ellos no estaban listos,
pero sus militantes de base, sus cuadros medios, en todas partes del país si lo
estaban, para acudir a abrir las mesas y cuidar los votos y la gente estaba
lista para votar. Y así lo hicieron.
Ahora
hay consultores, asesores, analistas, periodistas, personas influyentes
–“influencers” como les dicen ahora− dirigentes políticos, que pareciera que
desean que las cosas sigan como están y nos aseguran que el gobierno va a
detener las elecciones, que va a inhabilitar a Edmundo González Urrutia o que
va a invalidar la tarjeta de la MUD. Si es absurdo e insensato negar alguna de
esas posibilidades, lo es más detenernos a esperar a ver si eso pasa. La
decisión es seguir y no cruzar puentes antes de llegar al rio, porque es mucha
el agua que ha pasado bajo el puente y estamos viendo cómo ha cambiado la
composición electoral del país en los sectores populares, a los que ya nadie
puede engañar, hastiados, hartos, como están de esta situación de oprobio.
El 28
de julio −a pesar de todas las amenazas, los malos augurios, las mentiras y las
falsas informaciones−, la gente acudirá a votar como acudió masivamente a votar
en la primaria del 22 de octubre; como está acudiendo a las gigantescas
movilizaciones y manifestaciones de Maria Corina Machado en apoyo a la
candidatura de Edmundo González Urrutía, a pesar, como ya dije, de los obstáculos,
la violencia y el acoso de fuerzas policiales o militares; como acudió al
“simulacro electoral” para enterarse de cómo será el proceso de votación, sin
que nadie convocara y ni siquiera el CNE informara adecuadamente.
Aunque
se pretenda limitar la observación electoral o la actividad de los “testigos”,
ocurrirá una actividad de observación y apoyo, espontáneo, que ni siquiera hace
falta que nadie la convoque u organice, porque ya la gente “está de su cuenta”.
Defensa
colectiva del voto.
Y así
llegamos al punto culminante y crucial de la defensa del voto, su defensa
colectiva. De acuerdo con la Ley y el Reglamento de Procesos Electorales, el
escrutinio y la “verificación ciudadana” son actos públicos, que cualquiera
puede presenciar; pero, sabemos que en determinados centros de votación se ha
negado a la oposición el acceso al lugar en donde se realizan estas
actividades, con la excusa de la “restricción de espacio”; debemos estar
atentos a que eso no ocurra en esta oportunidad. Y si no nos dejan entrar,
estaremos asomados por las ventanas y las puertas, haciendo notar nuestra
presencia y permaneceremos atento a los resultados.
Concluida
la “verificación ciudadana”, los ciudadanos podemos y debemos permanecer en los
alrededores de los comandos de campaña, en los espacios públicos, a la espera
del primer boletín del CNE con los escrutinios.
Ya el
ciudadano se organiza con sus propios medios, con los mismos medios con los
cuales ahora la gente se entera de lo que ocurre, de las actividades de los
líderes políticos y del candidato, de las concentraciones y movilizaciones
masivas que vemos en todo el país. Todo eso que vemos, esas concentraciones,
esas muchedumbres entusiastas, esperanzadas, no son convocadas por TV, por
radio o medios de comunicación; son convocadas cara a cara, por mensajitos de
texto, por mensajes en grupos WhatsApp, etc. Eso es lo mismo que ocurrirá, no
lo duden, la noche del 28J y la madrugada del 29 sin que sea necesario que
alguien lo diga.
Conclusión
El
máximo objetivo del gobierno es lograr la mayor abstención posible, sobre todo
porque ya es evidente que no logrará aumentar su votación; pero, el 28 de julio
los electores acudiremos masivamente a las mesas a votar, apoyaremos a los
“testigos electorales” y la celeridad del proceso; y por último, en los
espacios públicos, estaremos atentos, esperando los resultados.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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