Norberto Paredes 06 de diciembre de 2024
"Ya
me torturaron y me reprimieron, pero no me van a callar. Mi voz es lo único que
me queda".
Así
empieza su relato Juan, un joven de unos 20 años que asegura haber sido
torturado física y psicológicamente por las fuerzas de seguridad venezolanas
tras ser detenido en el marco de las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Fue
una de las 1.800 personas que, según la ONG Foro Penal, fueron detenidas en las
protestas luego de que el Centro Nacional Electoral (CNE) anunciara -sin
difundir las actas electorales- a Nicolás Maduro como el
ganador de la contienda, un resultado que la oposición venezolana y numerosos
países califican como un fraude electoral.
Las cifras de detenidos dadas por el gobierno han sido difusas. A principios de agosto, Maduro afirmó que ya había "2.229 terroristas capturados".
Juan
fue excarcelado a mediados de noviembre, días después de que Maduro llamara a
las autoridades judiciales a "rectificar" si hubo injusticias en las
detenciones.
BBC
Mundo habló con él vía videollamada. Por su propia seguridad, hemos decidido no
publicar algunos detalles sobre su caso y modificado su nombre.
El
joven afirma que muchos de los detenidos son maltratados, les dan "comida
podrida" y a los más rebeldes los encierran en cuartos de tortura.
Mostró
a BBC Mundo documentos y pruebas que corroboran su relato, que coincide con
otros testimonios y con las denuncias de organizaciones no gubernamentales.
Juan,
activista político opositor al gobierno, dice que la campaña electoral y los
días previos a la elección estuvieron "marcados por la esperanza y mucha
gente animada" a votar por un cambio.
Pero
el anuncio del CNE poco después de la medianoche de aquel domingo hizo que lo
que para muchos ya era un ambiente de celebración se transformara en confusión
y rabia.
Miles
de venezolanos salieron a las calles para protestar en contra de un resultado
que consideraron como fraudulento. La oposición y organizaciones
internacionales denunciaron una represión policial.
Aproximadamente
24 personas murieron en las protestas, según la ONG Provea.
Maduro
y algunos de sus funcionarios han dicho que la oposición, la "extrema
derecha" y grupos "terroristas" son los culpables de las
muertes.
Foro
Penal, una organización no gubernamental con sede en Venezuela, también tiene
registro de 23 personas que fueron detenidas y luego desaparecieron.
"Nadie
sabe dónde están en este momento y tenemos absoluta certeza de que fueron
detenidos", le dice a BBC Mundo el abogado y activista venezolano Gonzalo
Himiob, vicepresidente del Foro Penal.
El
gobierno venezolano no ha respondido a las denuncias sobre las personas que han
desaparecido tras las protestas.
"Hubo
detenciones arbitrarias. Hay registro de personas que fueron detenidas por
celebrar el resultado de la oposición que daba como ganador a Edmundo González
o por publicar algo en las redes sociales", prosigue Himiob.
"También
tenemos casos de personas que ni siquiera estaban protestando, pero que por
alguna razón estaban cerca de una protesta y las metieron presas", añade.
Juan asegura
formar parte de este último grupo.
"Un
campo de concentración"
El
joven, que es conocido en su localidad por su activismo político, cuenta que
después de la elección el país amaneció bajo una alta vigilancia policial y
militar.
Afirma
que estaba en la calle haciendo una diligencia cuando un grupo de hombres
encapuchados lo interceptaron, le taparon la cara y lo golpearon mientras
le decían que era un terrorista.
"Me
sembraron bombas molotov y gasolina, y luego me llevaron a un centro de
detención", prosigue.
Señala
que no es la primera vez que le pasa esto. En 2017, cuando decenas de miles de
venezolanos salieron a las calles para protestar en contra del gobierno de
Maduro, también lo "secuestraron".
Desde
entonces, dice que las autoridades lo amenazan y lo acosan constantemente.
Pero
esta vez, lo acusan de terrorismo, incitación al odio, entre otros
crímenes.
Estuvo
detenido en una prisión del interior de Venezuela por varias semanas hasta que
lo trasladaron a Tocorón, una cárcel de alta seguridad ubicada a unos 140
kilómetros al suroeste de Caracas, conocida por haber sido una base de
operaciones del Tren de Aragua, uno de los grupos criminales más
temidos de América Latina.
Allí
viviría lo que califica como la peor experiencia de su vida.
"Cuando
llegamos a Tocorón, nos desnudaron, nos golpearon, nos insultaron,
nos gritaban 'terroristas'. Teníamos prohibido subir la cara y mirar a los
custodios; teníamos que bajar la cara hacia el piso", relata Juan.
"Luego
nos uniformaron y nos subieron a las celdas", prosigue.
A Juan
le asignaron una pequeña celda de tres metros por tres metros, que tenía que
compartir con otras cinco personas.
Allí
había seis camas distribuidas en tres literas y un "cuadrito" sin
privacidad en una esquina, en el que había un pozo séptico y "un
tubo que servía como regadera". Ese era el baño.
Describe
las camas como "tumbas de cemento" con una colchoneta muy fina.
"Más
que una cárcel, en Tocorón me sentí en un campo de concentración", asegura
el joven.
"Me
hizo pensar a lo que he visto en películas y escuchado de los campos de
concentración y tortura de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile".
El
gobierno venezolano acusa de terrorismo, incitación al odio, asociación
para delinquir, daños violentos a la propiedad pública y obstaculización a las
vías públicas a la mayoría de los detenidos en las protestas.
El
presidente Maduro los ha tildado de "criminales fascistas" y se ha
jactado de haberlos enviado a cárceles de máxima seguridad.
"No
fueron manifestaciones pacíficas, sino focos de personas delictivas armadas,
actuando para crear un caos y buscar una intervención extranjera", explicó
el fiscal Tarek William Saab hace unas semanas.
El
ministro del Interior, Diosdado Cabello, añadió: “En esto no
podemos continuar: aquí a cada perdón se sucede una nueva conspiración, y a
cada conspiración, un nuevo perdón”.
El 11
de noviembre, Maduro hizo un llamado a los jueces del país a revisar los casos
y "rectificar" si hubo errores en las detenciones poselectorales.
Cinco
días después, la Fiscalía General de Venezuela anunció la excarcelación de 225
personas que fueron detenidas en el marco de las protestas.
De
acuerdo con el Ministerio Público, la decisión fue el resultado de
"exhaustivas investigaciones basadas en nuevos indicios y elementos
probatorios recabados por los fiscales".
Juan
forma parte del grupo que fue excarcelado.
Estima
que, como él, muchas personas fueron excarceladas debido a que padecen alguna
condición médica.
Un día
a día "inhumano"
Juan
describe el día a día de los presos en Tocorón como "monótono e
inhumano".
"Nos
torturaban física y psicológicamente. No nos dejaban dormir, siempre
pasaban para pedir que nos levantáramos y nos alineáramos", explica.
"Nunca
sabíamos qué hora era porque no había relojes. Comenzamos a preguntarles la
hora a los visitantes y luego con los rayos del sol empezamos a calcular la
hora a medida que la luz del sol subía por la pared", prosigue.
"Nos
despertaban a eso de las 5 am para que nos alineáramos detrás de la celda. Los
custodios nos pedían mostrar nuestros pases y números".
Añade
que a eso de las 6 am les activaban el agua por seis minutos para que se
bañaran.
"Seis
minutos para seis personas y una sola regadera, con un agua muy fría. Si
eras el último y no te daba tiempo de sacarte el jabón, te quedabas enjabonado
el resto del día", relata.
Luego
-añade- esperaban por el desayuno, que a veces llegaba a las 6 am y otras veces
a las 12 pm.
"Aparte
de esperar por las comidas, no había nada más que hacer. Sólo podíamos caminar
adentro de la pequeña celda y contar historias. También hablábamos de política,
pero en voz baja, porque si los custodios nos escuchaban nos castigaban".
Cuenta
que otros presos pasaban parte del día contemplando la montaña y la calle a
través de las pequeñas ventanas de las celdas.
Según
él, la cena era tan impuntual como el desayuno.
"A
veces podía llegar a las 9 pm y otros días a las 2 am".
"Palizas
rutinarias"
Juan
dice que muchos de sus compañeros estaban deprimidos y a algunos se les
quitaron las ganas de vivir: "Muchos actuaban como zombis. Sólo esperaban
la comida, que además era de pésima calidad".
"Nos
daban comida podrida. A veces servían pellejo de carne con arroz picado,
el que se les da a las gallinas o a los perros. Otras veces nos daban sardinas
que ya habían caducado".
El día
que salió de la prisión, Juan recuerda que a todos los presos que iban a ser excarcelados
les tomaron fotos frente a un plato con una buena comida balanceada: "Me
imagino que lo hicieron para tener 'pruebas' de que nos trataron bien".
Pero
asegura que pasó mucha hambre y que incluso todavía tiene hambre.
Según
Juan, a algunos detenidos les daban palizas rutinarias o los
hacían "caminar como ranas" con las manos en los tobillos
También
describe "celdas de castigo", a donde mandan a aquellos que
consideran como los más rebeldes, relata Juan, o a aquellos que se atreven a
hablar de política o a pedir una llamada telefónica para comunicarse con sus
familiares.
"Les
llaman 'los tigritos' y las condiciones son verdaderamente inhumanas",
asevera Gonzalo Himiob, abogado del Foro Penal.
Juan
dice que estuvo en "el tigrito" de Tocorón y que recibía una
comida cada dos días.
"Es
una celda muy oscura y mide un metro por un metro. Pasé muchísima hambre. Me da
hambre de sólo recordarlo. Lo que me mantenía con fuerzas era pensar en todas
las injusticias que estaban pasando y que algún día iba a salir de allí",
cuenta.
En
Tocorón hay otra celda de tortura conocida como la "cama de Adolfo",
relata Juan. Los presos dicen que se le llama así en homenaje a la primera
persona que murió allí.
"Es
un cuarto oscuro y sin mucho oxígeno del tamaño de una bóveda. Te meten
ahí por unos minutos hasta que no puedas respirar y te desmayes o
comiences a golpear la puerta con desesperación. A mí me metieron y duré poco
más de cinco minutos. Pensé que me iba a morir", recuerda.
"Yo
lo siento por mi mamá, mi familia y la gente que me quiere, que siempre me
piden que me quede tranquilo, pero yo nunca dejaré de luchar por el futuro de
Venezuela", prosigue, antes de agregar que el poco miedo que tenía lo
perdió en la cárcel de Tocorón.
Denuncias
de crímenes de lesa humanidad
El
joven cuenta que en esta prisión los reclusos tienen 10 minutos para salir de
la celda tres veces a la semana.
"Hay
dos canchas y son 10 minutos en los que los presos juegan fútbol, voleibol o
caminan. Pero a veces no da tiempo ni de tocar la pelota", precisa.
"Muchos
se quedan en sus celdas, porque es más lo que se tarda en salir en fila, bajar
y subir, que lo que duramos abajo".
Juan
denuncia que los derechos humanos no existen en esta cárcel.
"El
gobierno trata mejor a otros presos, que de verdad son delincuentes, que a
nosotros. Si visitas otra prisión venezolana, verás que los reclusos toman
alcohol, fuman, tienen teléfonos y hasta Netflix".
Himiob,
abogado y activista del Foro Penal, califica las condiciones de los detenidos
en Tocorón como "deplorables" y afirma que se les están violando
derechos fundamentales como el acceso a una defensa privada.
"A
todos les imponen abogados defensores públicos. Inicialmente, no les permitían
el contacto con sus familiares, pero incluso hoy en día ese contacto sucede de
forma esporádica", explica.
"El
gobierno sabe que si le permite el acceso a un abogado privado que no sea un
funcionario público, este puede documentar todas las violaciones al debido
proceso que están ocurriendo".
Expertos
de las Naciones Unidas (ONU) expusieron en octubre denuncias de graves
violaciones de derechos humanos en el contexto de las elecciones
presidenciales del 28 de julio y las protestas que ocurrieron los días
posteriores.
Reportaron
persecución política, uso excesivo de la fuerza, desapariciones forzadas y
ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas de seguridad del Estado y
grupos civiles afines.
Actualmente,
la Corte Penal Internacional (CPI) investiga al gobierno de
Venezuela por posibles crímenes de lesa humanidad.
El
gobierno venezolano dijo en un comunicado que esta investigación "responde
a la intención de instrumentalizar los mecanismos de justicia penal
internacional con fines políticos, todo ello sobre la base de una acusación por
supuestos crímenes de lesa humanidad que nunca han ocurrido".
BBC
Mundo solicitó una entrevista al Ministerio Público sobre las acusaciones de
maltrato y tortura a los detenidos, pero hasta la fecha de publicación no había
recibido respuesta.
"Ya
no le temo al gobierno"
Según
Juan, muchos de los detenidos en Tocorón sólo piensan en una fecha: el 10 de
enero de 2025.
Confían
en que ese día serán liberados después de que se produzca una transición
política, pues es cuando debería efectuarse el traspaso de poderes tras la
elección presidencial del pasado 28 de julio.
Edmundo
González, el líder opositor que se proclamó ganador de los comicios
según los resultados de más del 80% de las actas electorales y que actualmente
está exiliado en España, ha insistido en que regresará al
país para tomar posesión de su cargo de presidente electo.
Por su
parte, Maduro denunció que está en marcha una conspiración para derrocarlo y
amenazó a quien se atreva a impulsar una transición.
"Lo
va a pagar", precisó.
A tres
semanas de las 225 excarcelaciones anunciadas por el gobierno, la ONG Foro
Penal sólo ha logrado confirmar 165.
Juan
admite que siente una extraña sensación de remordimiento, porque cientos
de sus "compañeros aún están sufriendo" en prisión.
El joven,
que dice que nunca se ha planteado emigrar, sostiene que sueña con una
Venezuela próspera.
"Quiero
que todos podamos vivir bien y en armonía y en donde los
jóvenes tengamos la oportunidad de ir a la universidad", señala.
"Amo
a mi país profundamente. Aunque estemos pasando por la peor crisis y que
tengamos cortes eléctricos casi a diario en el interior del país, los
venezolanos seguimos siendo un pueblo alegre y positivo".
Juan
indica que el 10 de enero planea estar nuevamente en la calle acompañando a Edmundo
González, pese a las amenazas que recibió al ser excarcelado.
"Ya
no le temo al gobierno de Venezuela. Ya me culpan de los peores delitos que se
les pueden imputar a alguien, como terrorismo, pese a que soy un chamo que no
ha hecho más que amar a nuestro país y ayudar a las personas que me
rodean", señala.
Recientemente,
la ONG Provea denunció la muerte del opositor político Edwin Santos,
quien fue encontrado muerto el 25 de octubre de 2024, dos días después de que
testigos vieran cómo un grupo de hombres encapuchados, presuntamente fuerzas de
seguridad, lo detuvieron.
"No
tengo miedo", repite Juan, antes de admitir que ha dejado escritos
"por si me pasa algo".
La
batalla de las 225 personas que fueron excarceladas este mes no acaba con su
regreso a casa, advierten sus familiares.
Dicen
que muchos arrastran secuelas psicológicas de lo que les pasó en prisión y ya
no son los mismos.
El
padre de otro joven excarcelado le contó a BBC Mundo que su hijo no ha parado
de llorar desde que regresó a casa.
"Hemos
tratado de darle tranquilidad. Lo noto consternado. Tiene pesadillas.
Se despierta en la noche pensando que sigue detenido", relata.
"A
mí me da temor hacerle preguntas inapropiadas. No sé si intentaron abusar de
él. No he querido confrontarlo. Más bien estoy buscando ayuda de un
psicólogo", prosigue.
El
joven, como la mayoría de los excarcelados, tiene régimen de presentación cada
30 días en un tribunal de terrorismo de Caracas.
"¡Terrorismo!",
exclama el padre del joven sorprendido por el peso de la palabra.
"No
quiero que salga solo a ninguna parte. Él jugaba básquet e iba al gimnasio. Ya
no quiero que salga a ninguna parte. Tengo un temor permanente de lo que
vuelvan a buscar. Yo prefiero que esté lejos".
Tomado
de: https://www.bbc.com/mundo/articles/crln6wre801o
No hay comentarios:
Publicar un comentario