Por Carolina Jiménez Sandoval, 17/10/2017
Las
Américas ha sido –y continúa siendo- una región profundamente marcada por la
movilidad humana desde épocas pre y post hispánicas. En nuestra historia
reciente, el fenómeno más conocido de migración forzada ha sido el generado por
el conflicto armado colombiano. La crisis de refugiados colombianos,
principalmente a países vecinos, supuso la acogida de cientos de miles de
personas víctimas de la guerra. Otros conflictos armados, como el de Nicaragua
durante la insurgencia armada, y posteriormente las guerras civiles en
Guatemala y El Salvador terminadas a finales del siglo XX, generaron también
importantes flujos migratorios.
A
pesar de la firma de los acuerdos de paz, Guatemala y El Salvador tienen hoy
altísimos índices de violencia que han generado “una nueva crisis de
refugiados” en tiempos de paz. Guatemala y El Salvador conforman junto con
Honduras el denominado “Triángulo Norte de Centro América”. Según la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR), en los últimos cinco años hubo un
incremento de 146 % del número de refugiados provenientes del Triángulo Norte
en el mundo[1].