DANIEL LOZANO 12 de noviembre de 2017
La
profundización del "Periodo Especial" revolucionario está
convirtiendo las calles venezolanas en un espejo de las cubanas. "Hamburguesa
cubana sin carne, a 12.000 bolívares. Perro cubano sin salchicha, a 5.000
bolívares", reza el menú especial de moda, que un vendedor callejero
ha colocado en su carrito de comida en Bellas Artes, zona céntrica de Caracas.
Un
poco de humor criollo para aliviar las penas, que en Venezuela se multiplican a
diario. La
escasez y los precios prohibitivos de la carne y de las salchichas ha
obligado a semejante propuesta gastronómica, que hasta hace unos meses suponía
un "resuelve" para los venezolanos, pero que hoy es prohibitiva para
sus bolsillos, pulverizados por la hiperinflación. Se teme que la
economía venezolana cierre 2017 con un aumento de los precios superior al
1.200%.
Un
sinfín de paralelismos, que van desde la escasez de los alimentos al deterioro
de calles y edificios, desde los apagones eléctricos a las carencias en el
servicio del agua. Incluso las siempre congestionadas calles caraqueñas viven
sus "mejores" tiempos: se ha pasado en una década de vender
500.000 vehículos al año a solo 2.000 en 2016.
El
penúltimo paralelismo entre el Periodo Especial cubano y la crisis chavista es
el transporte público, que mezcla largas colas en las paradas de los autobuses
con la precarización de los vehículos ante la desesperación de la sociedad.
Como si de una postal de La Habana se tratase, donde solo faltarían los
Cadillacs y Chévrolets de los años 50: hasta camiones se están
utilizando para el transporte entre la capital y el litoral de Vargas.
En el
Gran Caracas, 22.000 unidades están fuera de servicio, según la Central Única
Autos Libres y Por Puestos. Solo 5.000 estarían funcionando, ante el
desabastecimiento y los altísimos precios de los repuestos y lubricantes y los
cortes en la distribución del combustible. Un neumático cuesta entre un millón
y dos millones de bolívares, cuando el nuevo salario mínimo más los bonos de
alimentación se ha situado en 456.507 bolívares. Cuando lean esta
crónica, el precio ya habrá subido.
La
falta de unidades de transporte se está paliando con camiones y pickups para
trasladar pasajeros, incluso en las llamadas "perreras", como en
Cumaná. Las imágenes se extreman cada día que pasa y recorren las redes
sociales, con vehículos colapsados y con pasajeros literalmente colgados de
puertas y ventanas. En Ocumare del Tuy, cerca de Caracas, murió una
persona esta semana al caerse de otro vehículo improvisado.
La
crisis del transporte se une así a las colas
para comprar pan, a la escasez de alimentos y de medicinas y al
desabastecimiento de productos
básicos, empezando por los de higiene personal. Desde que en 1991 comenzara
en la isla caribeña el Periodo Especial, tras la caída
del Muro de Berlín, los cubanos padecen parecidos sufrimientos.
Paralelismo con la guerra
Una
serie de paralelismos que explican la Cubazuela de hoy, precisamente cuando la
semana pasada se cumplieron 17 años de la firma del Convenio de Cooperación
Cuba-Venezuela, suscrito por Fidel Castro y Hugo Chávez. "El
empobrecimiento de la población venezolana ha sido vertiginoso. En apenas tres
años se ha perdido capital humano, la emigración ha trascendido la clase media
llegando a sectores populares y los decrecimientos del PIB, aumento de la
deuda, caída del consumo y de la nutrición son paralelos a las guerras civiles
que vivió Europa a mediados del siglo XX. Más allá de una mala gestión, implica
una falla del modelo estatista impulsado por Chávez y heredado por Maduro",
resume Armando Chaguaceda, pensador cubano radicado en México y experto en las
dos revoluciones.
La
inspiración y los consejos llegan desde la menor de las Antillas. Amparado en
esta hermandad, el gobierno de Maduro excusa el derrumbe de su economía
con un bloqueo financiero parecido al que sufre Cuba. En una de sus
constantes apariciones televisadas, el "hijo de Chávez" anunció un
CLAP navideño para familias con carnet
de la Patria, la adaptación de la libreta de racionamiento cubana a la
Venezuela de hoy: bolsas de comida a precios subvencionados que el
gobierno vende a las clases más populares.
"Estamos
ante un calco", explica el internacionalista Mariano de Alba. "Están
replicando el modelo. Comida hay, pero la distribuyen poco a poco para mantener
controlada a la gente", añade el analista.
"Sectores
del gobierno han desplegado esta estrategia para quebrar a la clase media,
columna vertebral de la oposición y volver más dependiente a los sectores
populares a los que estaba llegando la oposición con el esquema económico de
los CLAP. Una sociedad quebrada dependiente económicamente, moralmente, debilitada,
mezcla de la represión y el empobrecimiento y migración incapaz de revertir un
proceso de autoritarismo", sentencia Chaguaceda.
Éxodo masivo
Y como
sucede en Cuba, los que no aguantan se van. Expertos en emigración aseguran que
entre dos y tres millones de venezolanos conforman la
gran diáspora, pero todos ellos son incapaces de cuantificar la hemorragia
de los últimos meses. Y esto solo es un avance: uno de cada tres
venezolanos se plantean salir del país en los próximos años, según Andrés
Cañizalez, de Medianálisis.
Un
factor electoral fundamental, ya que se calcula que el 90% de los que se van
son antichavistas. El gobierno de Caracas dificulta al máximo su derecho a
voto, tanto que solo unos miles pueden elegir presidente. Históricamente, el
castrismo usó la grandes migraciones, como el Mariel en el 80 y la crisis de
los balseros en el 94 para rebajar la presión social y económica.
Y, en
medio de todo, también los militares, el principal soporte de ambos gobiernos.
El general Vladimir Padrino, ministro de Defensa, controla junto a un batallón
de sus generales la importación y distribución de los alimentos. El
Ejército cuenta con su propia televisión, banco, petrolera y también supervisa
el famoso arco minero, territorio bendecido con las mayores reservas de
oro, diamantes y coltán del continente.
En
Cuba, la contraparte de Padrino es el general Luis Alberto Rodríguez
López-Calleja, quien al frente del Grupo de Administración Empresaria (Gaesa)
supervisa una tercera parte de la economía. "En Venezuela y en Cuba el
apoyo no se basa en el desempeño gubernamental, sino en una mezcla de lealtades
políticas con formas muy disminuidas de clientelismo y de control social",
concluye Chaguaceda.
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