Rafael Matesanz 22 de diciembre de 2017
Rafael
Matesanz, fundador de la Organización Nacional de Trasplantes
Hace
no tanto, el periódico EL NACIONAL de Caracas publicaba una información con el
titular "Donaciones en el país disminuyeron a cero en 2017".
Transmitía una realidad angustiosa para los cerca de 6.500 enfermos que están
esperando un órgano en Venezuela. El índice de donaciones, previamente bastante
bajo, de 4-5 por millón de habitantes (recordemos que en España es del 43,8),
este año es de prácticamente cero.
Ello
no significa obviamente que los venezolanos sean ahora menos generosos que
antes. Esto no funciona así. La ONTV (Organización Nacional de Trasplantes de
Venezuela) era la organización no gubernamental encargada de la donación y
distribución de órganos hasta hace unos años, en que el Gobierno asumió este
papel.
Esta
organización ha hecho público un comunicado coincidiendo con la celebración del
Día del Donante en el que corrobora, apoyada en las organizaciones de pacientes
y con un lenguaje apartado de cualquier posicionamiento político, que la
actividad de obtención de órganos y trasplante de donante fallecido está
suspendida desde principios de año en todos los hospitales. Ello es
consecuencia del deterioro generalizado de los mismos, con graves consecuencias
sanitarias de todo tipo pero que en este tema se traduce en cero donaciones.
Mientras
tanto, el trasplante de vivo encuentra grandes dificultades por similares
motivos, a los que se suma la carencia de medicamentos inmunosupresores contra
el rechazo, indispensables para hacer estas intervenciones y que solo son
importados a cuentagotas y de forma irregular, algo incompatible con lo que
necesitan estos enfermos.
A ello
hay que añadir la tremenda angustia de los pacientes ya trasplantados hace
tiempo, que dependen para seguir viviendo de inmunosupresores que simplemente
no llegan a las farmacias ni a los hospitales. Sus únicas vías de escape son
adquirirlos en el mercado negro a precios abusivos, recurrir a algún familiar
emigrado al extranjero o desplazarse puntual o definitivamente a Colombia u
otro país del entorno.
También
la ONTV ha hecho público otro comunicado centrado en este asunto, refrendado
por otro más de la Sociedad Venezolana de Nefrología, que expone el riesgo
cierto de pérdida del trasplante por rechazo y fallecimiento de los enfermos
ante la imposibilidad de garantizar el suministro de unos medicamentos que han
de tomar de por vida.
El
drama se hace aún más patente cuando al relato de estos hechos se le pone
nombre y apellidos. En España recibimos desde hace tiempo algunos de estos
llamamientos desesperados de venezolanos con lazos familiares con España en
estas situaciones, y lo propio refieren los responsables de trasplantes de
otros países latinoamericanos que asisten horrorizados al deterioro de un sistema
de trasplantes que en tiempos llegó a ser uno de los más prestigiados de la
zona, con centros punteros en Caracas y Maracaibo.
Venezuela
fue hasta hace unos años uno de los países más activos en las reuniones y demás
actividades de la Red/Consejo Iberoamericano de Donación y Trasplante (RCIDT),
un foro presidido por España donde están representados los responsables de
trasplantes de todos los países de habla española y portuguesa.
Cuando
la ONTV quedó relegada a un segundo plano comenzaron a asistir delegados sin
ninguna formación en la materia, con aspecto y actitud similares a los de los
países del Este en la Europa previa a la caída del muro de Berlín. Después, ni
eso. Venezuela dejó de estar representada en este y otros foros a diferencia de
otros países de los llamados bolivarianos que participan muy activamente. El
deterioro de la situación ha ido en paralelo.
Alguien
puede decir que en un contexto generalizado de dificultades sociales, poco
importa un sector tan reducido como los trasplantes. Muchos o pocos, son vidas
humanas y mucho sufrimiento en un país irónicamente situado sobre un lago de
petróleo.
NOTA:
Este artículo forma parte del servicio de firmas de la Agencia EFE al que
contribuyen diversas personalidades, cuyos trabajos reflejan exclusivamente las
opiniones y puntos de vista de sus autores.
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