Agencia Fides /InfoCatólica 11 de febrero de 2018
La
Congregación de las religiosas misioneras escalabrinianas desde su fundación se
ocupa de la asistencia a los migrantes.
«La
llegada de los venezolanos a Brasil es un hecho social, no una
catástrofe. Y debe abordarse solo como un hecho social, con políticas
de acogida e integración. Es sorprendente ver que, frente a un pueblo que
viene a Brasil en busca de alimentos y oportunidades de trabajo para ganarse la
vida, circulan ideas de “campos de refugiados”. Esto no es una solución en
absoluto». Lo declara en una nota enviada a la Agencia Fides, la hermana Rosita
Milesi, misionera escalabriniana, directora del Instituto de migración y
derechos humanos, en el estado brasileño de Roraima.
La
Congregación de las religiosas misioneras escalabrinianas desde su fundación se
ocupa de la asistencia a los migrantes y la hermana Rosita es una de las
promotoras, junto a otras dos escalabrinianas, de actividades para la creación
de estructuras de acogida y de caminos de sensibilización. En el estado de
Roraima, en la frontera con Venezuela y Guyana, se están presentando
miles de venezolanos para pedir ayuda, debido a que Venezuela está
atravesando una crisis económica y social tan grave que está empujando a sus
ciudadanos a emigrar.
«Brasil está llamado a acoger
a este pueblo y a pensar en una estrategia global» - afirma la
religiosa -, «en primer lugar con políticas de emergencia, para garantizar
lugares de acogida dignos y una estancia regular, y luego con otras ayudas que
les permitan acceder al trabajo e ir a otros estados y ciudades, donde puedan
vivir y trabajar con dignidad».
Para
la hermana Rosita «Brasil tiene la capacidad de recibir a estos inmigrantes.
Sin embargo, falta la acción fuerte y rápida por parte del gobierno que,
desafortunadamente, es lento en adoptar las medidas de asistencia e integración
necesarias. Esta lentitud agrava la situación social en el estado de Roraima,
el último estado al norte del país, que de hecho no puede y no es capaz de
resolver un movimiento migratorio de estas dimensiones por sí solo. Las
autoridades locales, el gobierno federal, la sociedad civil, la Iglesia y las
organizaciones internacionales deben actuar para implementar una solución
integral, que incluya la asistencia inicial, pero también que garantice el
acceso a la integración».
Solo
en 2017 fueron más de 20 mil los venezolanos que solicitaron ayuda a
Brasil y más de 8,400 los que se han beneficiado de un sistema de residencia
temporal. El Instituto para las Migraciones y los Derechos Humanos, de las
religiosas Escalabrinianas, ha contribuido en este periodo a una serie de
actividades de acogida, integración y apoyo, pero se necesita una ayuda mucho
más amplia.
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