Norte 25 de marzo de 2018
Hace ya mucho tiempo que la
crisis socioeconómica y política que padece el régimen de Nicolás Maduro llegó
a un límite tolerable para muchos venezolanos. Pero cada vez más ciudadanos de
ese país consideran que el futuro solo promete incertidumbre y privaciones y
por eso abandonan sus hogares y se suman a un desesperado éxodo hacia países
limítrofes y también hacia la Argentina.
De
hecho, Buenos Aires es uno de los destinos elegidos por muchos de los
venezolanos que escapan de la aguda crisis de su país que parece estar lejos
aún de encontrar una salida razonable. Según datos aportados por la Dirección
Nacional de Migraciones de nuestro país en los meses de enero y febrero pasado
el flujo de inmigrantes venezolanos hacia la Argentina llegó a 21.444, una
cifra que revela el aumento que experimentó el ingreso a suelo argentino de
ciudadanos de esa nacionalidad ya que en igual período del año pasado habían
ingresado 11.333. Siempre según los datos de Migraciones, en enero pasado se
registraron 10.749 ingresos, lo que representa un incremento del 68,21 por
ciento si se compara ese número con el registrado en el mismo mes de 2017. En
febrero pasado, en tanto, hubo 10.695 ingresos desde Venezuela, lo que reporta
un aumento de más de 116 por ciento respecto de febrero del año pasado. Las
autoridades de migraciones argentinas observaron que a diferencia de la
corriente migratoria venezolana que llegó el año pasado, que estuvo conformada
principalmente por profesionales jóvenes de distintas disciplinas que tenían
capacidad para pagarse los pasajes y un tiempo considerable de estadía, este
año el perfil de los migrantes es distinto ya que la mayoría que ingresaron en
enero y febrero pasado son personas que solo tienen estudios de nivel medio.
Esta particularidad también dice algo que, por lo general, no salta a la vista:
los ciudadanos con menos recursos y menor formación no tienen posibilidades de
salir del país y, en todo caso, quienes lo hacen solo se animan a cruzar la
frontera hacia países limítrofes. Ese fenómeno es el que se observa en las
fronteras con Colombia y Brasil, donde se registraron serios incidentes. Días
atrás las noticias provenientes de Brasil dieron cuenta de un violento episodio
que sumó tensión al creciente flujo de inmigrantes venezolanos. Según los
reportes de medios brasileños, un grupo de vecinos de Mucajaí, localidad ubicada
en el estado de Roraima, al norte de Brasil, ingresó en forma violenta a un
refugio de venezolanos y expulsó a unos 300 inmigrantes del pueblo,
desconociendo por completo la crisis humanitaria que vive Venezuela. El
lamentable hecho se produjo luego de que un poblador brasileño murió en una
confusa pelea en un bar. Los primeros relatos del incidente revelaron que los
migrantes abandonaron sus pocas pertenencias en el refugio y huyeron hacia la
estación de colectivos de Mucajaí, luego de lo cual los atacantes quemaron las
ropas, los documentos y los escasos utensilios de los refugiados, mientras
desparramaban por el piso toda la comida que habían dejado en el lugar. En
Colombia la situación también es grave. Según estadísticas de la Organización
Internacional de Migraciones (OIM), hasta el pasado 31 de diciembre unos
600.000 refugiados venezolanos permanecían en Colombia, aunque observadores
internacionales que siguen de cerca la evolución de la crisis señalaron que ese
número incluso podría ser mayor si se tiene en cuenta la permeabilidad de la
frontera entre Venezuela y Colombia, que se extiende que a lo largo de los 2219
kilómetros y por donde existen más de 200 pasos en los que las fuerzas de
seguridad no tienen ningún control.
Esta
semana los ministros de Finanzas que participaron de la reunión del G20 que se
celebró en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, emitieron un documento en el que
advierten que la migración forzada de venezolanos impacta en los países vecinos
que reciben a los ciudadanos que huyen de la crisis y por ese motivo realizaron
un llamado a los organismos internacionales para promover asistencia.
El
régimen de Nicolás Maduro puso en el centro de una crisis a millones de
venezolanos y una buena parte de ellos huyen del país por la falta de
medicamentos básicos y alimentos. Es de esperar que la comunidad internacional
ponga en marcha mecanismos para ayudar a quienes están en situaciones difíciles
en los países limítrofes y, además, exija al gobierno de Maduro que ponga fin a
la crisis que somete a todo un pueblo.
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