Fabiana Culshaw 04 de junio de 2018
Venezolanos en Uruguay envían dinero a sus
familiares que quedaron en el país
Hola,
¿te puedo hacer un giro de US$ 100 a Panamá y tú transfieres el equivalente en
bolívares a la cuenta de mi padre en Caracas?
–Sí,
claro. Hagamos todo rápido antes de que cambie el precio del dólar. Y quédate
tranquilo que tu familia recibirá el dinero hoy mismo.
–Ok,
les aviso para que estén pendientes. La gente está pasando hambre...
Este
intercambio de mensajes de texto se dio entre Jorge, profesor venezolano de 32
años que llegó a Montevideo en 2015, y su operador de cambio ubicado en Panamá.
Comunicaciones
similares ocurren todos los días entre venezolanos en el exterior y gente que
se dedica a convertir sus dólares en bolívares y hacérselos llegar a sus
familias en el país caribeño, donde existe control de cambio desde el año 2013.
El
Observador conversó con algunos venezolanos que viven en Montevideo, quienes
(confidencialidad mediante, sobre todo para proteger la identidad de sus
parientes que cobran el dinero en Caracas) confirmaron que realizan envíos
mensuales o quincenales a sus familias.
Las
operaciones se llevan a cabo con perfil bajo, pero son una realidad a todas
luces.
A esta
altura, nadie puede negar que los venezolanos que permanecen en su país
necesitan recursos del exterior para hacer frente a la peor crisis humanitaria
de la historia de Venezuela.
Según
un informe de la investigadora Datos, al menos unos 3 millones de venezolanos
reciben dinero desde otros países. DatinCorp, por su parte, da cuenta de que
casi 60% de los hogares venezolanos tiene al menos un familiar en otro país.
Los
receptores de emigrantes venezolanos son principalmente Colombia, Estados
Unidos (Miami), España, México, Panamá, Chile, Argentina, entre otros. Por lo
tanto, las remesas se envían a través de operadores generalmente ubicados en
esos países. Se estima que 42% de las divisas fluye desde Europa, 40% de
Estados Unidos, 13% de Sudamérica y 5% de Centroamérica y El Caribe, según
Datos.
Como
se trata de operaciones por "canales opacos", es difícil calcular los
montos de las remesas que se manejan, sin embargo los economistas locales
calculan que sumaron US$ 1.500 millones en 2017.
Historias
de envíos
"Yo
contacto a una señora en Panamá y le envío unos US$ 50 mensuales. Ella a su vez
le transfiere el equivalente en bolívares a mi madre, en su cuenta bancaria de
mi país. Ahora el cambio está en 1.250.600 bolívares por dólar en el mercado
negro, pero sube todos los días. Con eso puede comprar un surtido de alimentos
para un par de semanas, aunque casi nunca consigue carne, ni los medicamentos
que necesita", dijo Jorge.
Conviene
que la cadena de transacciones sea realizada en un mismo día debido a la gran
fluctuación del precio del dólar negro en Venezuela (subidas de golpe,
frecuentes y de alta variación). Así como Jorge, otros venezolanos de clase media
radicados en Uruguay confirman que envían entre US$ 50 y US$ 300 mensualmente,
según su disponibilidad.
Generalmente
se pasan los datos sobre la tasa que ofrece cada operador a través de mensajes
de texto. En este momento, por ejemplo, les conviene hacer las transacciones
con unos operadores en Panamá que están ofreciendo precios de cambio más
convenientes.
"No
tengo miedo de que el gobierno de Venezuela fiscalice estas operaciones, porque
no tiene interés en hacerlo. Somos más de dos millones y medio de venezolanos
que nos hemos ido del país durante el chavismo o el madurismo. Sería el colmo
que nos condenaran aun más de lo que ya hicieron", dijo Zayda, cosmetóloga
de 25 años que vino a Uruguay a mediados de 2017.
Zayda
vino a Montevideo con su esposo y ambos están trabajando, sin embargo esperan
alquilar un apartamento y dejar la pensión donde viven, para traer a su hijo de
3 años, quien quedó en Caracas con su abuela. "En Venezuela existe una ley
que prohíbe la compraventa de dólares, por eso tenemos que recurrir a otras
opciones para hacerle llegar dinero a mi madre y al niño", explicó la
joven.
Posición
del gobierno
El
gobierno venezolano combate las transacciones vinculadas al mercado ilegal de
divisas, pero lo hace en forma discrecional y, en relación específicamente a
las remesas, se ha mostrado permisivo en la práctica. De alguna manera, al
régimen le conviene ese flujo de dinero que ingresa al país, dado que ayuda a
satisfacer algunas necesidades básicas de la población, lo que no ha podido
lograr el modelo económico formal.
Unos
US$ 1.500 millones es una cifra nada despreciable que, indirectamente, también
está ayudando al gobierno venezolano a aliviar la presión social ante la
crisis. Se calcula que ese monto ya ha sido superado en lo que va del año 2018.
A
principios de mayo, el gobierno autorizó la apertura de casas de cambio
oficiales (en el aeropuerto, hoteles y destinos turísticos del país) para
controlar la entrada de remesas familiares y otras operaciones. La intención es
contrarrestar las transacciones en el mercado paralelo o negro, según dijo el
vicepresidente, Tareck El Aissami.
Sin
embargo, la mayoría de las remesas que ingresan a Venezuela lo hacen ya
convertidas en bolívares; la comercialización de las divisas se efectúa
previamente en el exterior, al precio del dólar paralelo.
El
anuncio gubernamental ha generado indiferencia entre los venezolanos en el
exterior, quienes piensan que la tasa oficial no será atractiva y en nada cambiará
la práctica actual. Uno de los consultados expresó su molestia: "Lo único
que quiere el gobierno de Maduro es ganar una tajada del negocio de las
divisas", según dijeron.
En el
pasado el gobierno trató implementar una iniciativa similar, pero no dio
resultado por la cantidad de requisitos que se les exigía a los interesados en
cambiar divisas y a la lentitud del sistema, entre otras limitantes.
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