Zenaida Amador 29 de julio de 2019
@alnaviocom
En
medio de la crítica situación que atraviesa Venezuela, sumida en una emergencia
humanitaria que centra la atención del mundo entero, el régimen de Nicolás
Maduro no sólo utilizó el hambre de la población como estrategia política y
como mecanismo de control social, sino que lo alentó como una vía para el
enriquecimiento ilícito propio y de sus allegados. En este escándalo, que
remueve la indignación de un país donde cerca de 90% de los hogares vive en
situación de pobreza, están implicados empresarios emergentes que crecieron a
la sombra del chavismo, varios altos funcionarios del régimen -muchos de ellos
militares- y los propios hijastros de Maduro.
La red de corrupción que creció alrededor del sistema
de reparto de alimentos que se hacía con los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP) y que fue denunciada durante años
por varios sectores dentro y fuera de Venezuela, fue desnudada el
jueves pasado por las autoridades estadounidenses sin escatimar detalles. Así,
tanto el Departamento del Tesoro como una corte del Distrito
Sur de la Florida mostraron el paso a paso de este esquema perverso de
corrupción y lavado de dinero con el que Nicolás Maduro manejó
políticamente el rechazo popular a su gestión.
Alex Naim Saab Morán,
la mayor figura de la boliburguesía internacional, fue acusado de ocho cargos
ligados al lavado de dinero junto a su socio comercial Álvaro Pulido
Vargas. Ambos manejaron una operación internacional sostenida con el pago
de sobornos a funcionarios venezolanos en la que lavaron fondos usando cuentas
bancarias ubicadas en Venezuela y en Estados Unidos, según la
acusación que se hizo tras las investigaciones de la DEA, el FBI y
el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU.
Se estima que en sus manejos conjuntos Saab y Pulido
transfirieron unos 350 millones de dólares fuera de Venezuela, a través de
EEUU, a las cuentas en el extranjero que poseían o controlaban.
El Departamento del Tesoro calificó a Saab Morán como
“un especulador que tejió una vasta red de corrupción que ha permitido al
expresidente Nicolás Maduro y a su régimen obtener lucros significativos
mediante importaciones de alimentos y su distribución en Venezuela”. Este
empresario colombiano se conectó, entre otros, con los hijos la esposa de
Maduro, Cilia Flores (Walter, Yosser y Yoswal), “a quienes Saab
desvió dinero a cambio de obtener contratos con el gobierno de Venezuela,
incluido su programa de subsidio de alimentos”.
Una década de desmanes
El Departamento del Tesoro relata que desde 2009,
cuando Hugo Chávez gobernaba Venezuela, Saab y Pulido usaron
“sus nexos corruptos con allegados del círculo interno del régimen” para
conseguir la adjudicación de contratos gubernamentales por un valor muy
superior al real. De esta forma crearon una sociedad para licitar un contrato
de viviendas del gobierno de Venezuela y, “tras un año de gestiones de lobby”,
se les adjudicó el contrato para la construcción de 25.000 viviendas.
Sólo en este caso el contrato pagado a Saab y Pulido
implicó “entre tres y cuatro veces” el costo real de la construcción de cada
una de las viviendas para sectores de bajos ingresos. Vale decir, como parte de
la llamada “Misión Vivienda” que Chávez y Maduro usaron como
bandera de sus planes sociales.
Luego de esto, en 2011, Saab les otorgó a los
hijastros de Maduro y a su primoCarlos Malpica Flores un contrato
para despejar terrenos para la construcción de viviendas en el estado Vargas.
Esta relación con el núcleo familiar Maduro-Flores “fue clave para que Saab y
Pulido accedieran a funcionarios del gobierno de Venezuela, y esto les permitió
pagar los sobornos y comisiones ilícitas que son un requisito para obtener
contratos públicos”.
“Los Chamos”, como
llaman a los hijastros de Maduro, también recibían comisiones ilícitas de sociedades
de Saab a cambio de contratos gubernamentales aprovechando sus nexos con el
alto Gobierno.
El negocio del hambre
Por esta vía llega Saab al programa de los CLAP, que
comenzó en 2016 en el gobierno de Maduro. Junto con su socio ideó “una estructura
societaria para comprar alimentos a un distribuidor extranjero, embalarlos en
un país extranjero y enviarlos a Venezuela, con los valores que les resultaban
más rentables a ellos. Con conocimiento de Maduro, Saab se quedó con lucros
sustanciales e importó apenas una fracción de los alimentos que se necesitaban
para el programa CLAP”, puntualiza el Departamento del Tesoro.
A tal efecto, Saab y Pulido usaron sociedades en México,
basándose en firmas que ya controlaban, como Group Grand Limited (con
sede principal en Hong Kong). Además, usaron otras “sociedades
pantalla” como Asasi Food FZE y Mulberry Proje Yatirim Anonim Sirketi
(Mulberry).
“A fin de maximizar el lucro, Saab intentó usar una
sociedad perteneciente al Estado venezolano ubicada en el estado Táchira,
Venezuela, que estaba exenta de impuestos a las importaciones”. Así, para la
importación de alimentos por Táchira pagaron sobornos a funcionarios como José
Gregorio Vielma Mora, que era gobernador de esa entidad, y a Rodolfo
Clemente Marco Torres, entonces ministro de Alimentación. Estos dos
militares “ayudaron a Saab y a Pulido a ganar contratos de alimentos del
programa CLAP”.
Una amplia red
Desde 2016, “cuando Saab se reunió con Los Chamos y
Maduro para analizar la importación de alimentos en nombre del gobierno de
Venezuela, Saab y Pulido han ganado cientos de millones de dólares del lucro
generado por este ardid corrupto”.
Las sociedades pantalla de Saab y Pulido recibían
aprobación de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex) para
importar alimentos a Venezuela. En muchos casos, recibían pagos anticipados del
gobierno de Venezuela, tras lo cual distribuían los fondos como comisiones
ilícitas a funcionarios gubernamentales que formaban parte del plan corrupto.
Para tratar de ocultar el origen del dinero, las
sociedades pantalla “enviaban una parte del dinero robado a cuentas comerciales
de sociedades vinculadas, cuya actividad financiera no estaba relacionada con
el suministro o la logística de alimentos. Por último, mediante estas cuentas,
estos cómplices en la conspiración enviaban una parte del dinero robado a altas
figuras políticas corruptas venezolanas, sus familiares o socios”.
Luego, “emitían facturas fraudulentas que reflejaban
la compra de bienes por un valor acorde con el del contrato original
sobrevaluado”. En esta parte del proceso se subcontrataba a otras empresas para
comprar alimentos o armar las cajas con los alimentos a repartir a la
población, muchas veces con valor nutricional inferior al aceptable, y estas
trabajaban a su vez con sociedades de transporte y de seguros controladas por
funcionarios corruptos del gobierno.
En territorio estadounidense
Según la acusación presentada en la corte del Distrito
Sur de la Florida, Saab y Pulido en su plan de sobornos violaban la Ley
de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés).
También se indica que las reuniones para adelantar los
pagos de los sobornos ocurrieron en Miami y que Saab y Pulido
transfirieron dinero relacionado con el esquema a cuentas bancarias en el
Distrito Sur de Florida.
El
Departamento del Tesoro relata que desde 2009, cuando Hugo Chávez gobernaba
Venezuela, Saab y Pulido usaron “sus nexos corruptos con allegados del círculo
interno del régimen” para conseguir la adjudicación de contratos
gubernamentales por un valor muy superior al real
En
1999, cuando Hugo Chávez llegó al poder, su discurso se centraba en la lucha
anticorrupción y en responsabilizar a los 40 años previos de democracia, que él
llamaba “la Cuarta República”, de los problemas económicos y sociales que
enfrentaba el país. “Y la crisis se hizo económica y comenzamos a oír en
Venezuela hablar de devaluación, de inflación, términos que habían quedado
durante muchos años en el recinto de los estudiosos de la economía. Pero
tampoco se reguló esa crisis, ni la moral ni la económica y la acumulación de
estas dos crisis originó una tercera espantosa, espantosa, porque es visible,
porque las otras, la moral y la económica, son así como los volcanes que por
debajo van madurando hasta que explotan y revientan y se hacen visibles y arrasan
pueblos, vidas y ciudades”, dijo en su toma de posesión. Hoy, dos décadas más
tarde, queda en evidencia que la llamada “Revolución Bolivariana” ha dado para
todo y que sus “volcanes” de la crisis moral y la económica están arrasando a
Venezuela.
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