sábado, 26 de agosto de 2017

Sobreviven en la clandestinidad al otro lado de la frontera, @mariananduque

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Sobreviviendo está la mayoría de dirigentes políticos, comunales, estudiantes y de la resistencia que tuvieron que salir de Venezuela hacia al otro lado de la frontera con Colombia
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Por Mariana Duque, 24/08/2017

Quienes participaron en cuatro meses de protestas tuvieron que cruzar la frontera
 con Colombia para vivir de lo que puedan, pues no tienen apoyo económico de nadie 

San Cristóbal.- Seis magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) recién nombrado por la Asamblea Nacional, y al menos 40 dirigentes políticos, estudiantiles e integrantes de la resistencia en el estado Táchira, permanecen en la clandestinidad al otro lado de la frontera colombo- venezolana, en la ciudad de Cúcuta, departamento Norte de Santander, Colombia.

Algunos han tenido que enfrentar el temor de ver ingresar a los cuerpos de seguridad a sus casas, conocer las amenazas contra sus familias o sentir de cerca la persecución de los organismos de inteligencia, por lo que igual decidieron cruzar el puente internacional Simón Bolívar.

Gonzalo Oliveros, Gonzalo Álvarez, Rafael Ortega, José Luis Rodríguez, Rubén Carrillo y Evelina de Apolo son los seis magistrados que se trasladaron a Colombia a buscar asilo o refugio después de que el presidente de la República, Nicolás Maduro, los declarara traidores a la patria y el TSJ en funciones los culpara de usurpación de funciones.


Rafael Antonio Ortega Matos, magistrado suplente de la Sala Social, relató a “El Pitazo” que ante el aviso de orden de captura ingresó a sus cuentas bancarias por Internet y descubrió que estaban congeladas, al igual que sus bienes inmuebles. Desde el 21 de julio hasta el 1 de agosto se quedó en casa de amigos, hasta que logró ingresar con su esposa y dos hijos, de 17 y 13 años de edad, al Norte de Santander.

No había pensado irse de Venezuela, no tiene cuentas bancarias en el exterior ni visa para los Estados Unidos. Es un apasionado profesor universitario de Derecho y semanalmente da clase a 300 bachilleres. Estima que en 22 años laborando en la academia ha formado a más de 6 mil venezolanos. 

“Nunca pensé salir del país. Mi país es bello, tiene riqueza, bondades, a donde uno llega es bien tratado. Esto fue una salida forzosa. No estamos huyendo; huyen los que cometen un delito, pero nosotros no hemos cometido ninguno. Presentamos nuestras credenciales y salimos electos porque tenemos buenos currículos. Y nos estamos resguardando porque presos no hacemos nada”, afirma Ortega Matos.

Las ganas de cambiar el sistema judicial lo llevaron a postularse, pero nunca pensó que sería perseguido por el Gobierno por la razón de ser magistrado. Afirma que aun conociendo las consecuencias lo volvería hacer, porque quiere ayudar a su país a salir de la crisis. Estando en Colombia teme por la vida de su familia, pues a escasos metros de la frontera cualquier cosa puede pasar.

“Llegaron a mi trabajo”

Magistrado José Luis Rodriguez
Al magistrado José Luis Rodríguez, primer suplente de la Sala Político Administrativa, el Sebin le llegó a su oficina de trabajo en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat), en la ciudad de Mérida. No lo encontraron, pero su esposa -bajo medida de protección- le informó. Llegó a Cúcuta el pasado 11 de agosto solicitando protección internacional.

“Cada uno de los magistrados hemos tenido que buscar los medios de protección individual para estar en buen resguardo y trabajar en conjunto los 31 que hemos sido seleccionados, porque conocimos la renuncia de dos magistrados por las medidas de arresto, bloqueo de cuentas y propiedades”, precisa el magistrado.

Ninguno de ellos cuenta con los recursos económicos para mantenerse en otro país, y por no pertenecer a ningún partido político tampoco tienen apoyo monetario de parte de estos. Viven del apoyo de quienes se conduelen de lo que les está ocurriendo y de lo que pasa en Venezuela.

“Nos dejaron solos”

A la dirigencia juvenil y de la resistencia también les ha tocado salir a la fuerza de su país. Los primeros aseguran que sus partidos políticos los dejaron solos, mientras que quienes luchaban sin representación partidista también se sienten defraudados, porque nada por lo que lucharon se logró.

“Juan” (seudónimo) es un dirigente juvenil tachirense que tiene tres semanas de haber llegado a la ciudad de Cúcuta, a donde ingresó con un morral con pocas pertenencias buscando resguardar su integridad, pues, según dice, los organismos de inteligencia lo rondaban en su casa y trabajo.

Lo acompañan en su clandestinidad políticos del estado Mérida, de Portuguesa, de la resistencia de Caracas, concejales y alcaldes. Estima que unos días antes de las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) se movilizaron, al menos, 80 dirigentes al Norte de Santander, sin contar a quienes se fueron a otras ciudades de Colombia y a quienes están en Miami.

“Tenemos información de familias completas que se han venido al Norte de Santander a pasar situaciones difíciles, que están aguantando hambre y siendo atendidas a través de refugios. Es gente que tenía una vida normal en Venezuela y ahora su situación es bastante delicada”, afirma Juan.
Magistrado Rafael Antonio Ortega Matos

Denunció que en San Cristóbal han estado hostigando a su familia, y acotó que la dirigencia política opositora venezolana no los ayuda, ni siquiera los partidos políticos más grandes –él pertenece a uno de ellos-, por lo que tienen que buscar cómo vivir. Algunos tenían ahorros y sus familias logran enviarles algún dinero, que aunque al cambiar el bolívar por el peso colombiano se traduce a poco poder adquisitivo, el dinero les sirve para no pasar el día sin bocado. Sin embargo, como no saben cuánto tiempo vivirán de esa manera, están buscando trabajo como vendedores, mesoneros o cualquier actividad digna que les permita mantenerse.

En Norte de Santander no se siente seguro, pues tiene información de que hay funcionarios de la inteligencia venezolana allá. La precaución es su compañera diaria; por ello, tiene cuidado de con quién habla y quién camina a su lado, ya que a pesar de tratarse de otro país, su condición fronteriza lo podría hacer víctima de una desaparición forzosa o inclusive de que grupos irregulares lo secuestren y lleven a Venezuela para ser juzgado en tribunales militares.

“Me querían asesinar”

La madrugada del 29 de julio cuerpos de seguridad ingresaron a la casa de Naudy Corona, concejal del municipio Cárdenas. No tiene claro si para llevárselo detenido o para asesinarlo, pues a mamá y hermana les decían: “Venimos por él para matarlo”.

Estaba durmiendo cuando los cuerpos de seguridad ingresaron a la fuerza a las viviendas de sus vecinos, buscando la dirección exacta. Una granada sonora que rompió los vidrios de su residencia lo hicieron despertar. Al asomarse y ver a los efectivos intentando abrir su casa, salió por una ventana y se resguardó en casa de un vecino.

La peor parte la llevaron sus hermanas y progenitora, a quienes agredieron física y mentalmente y amenazaron con violarlas. “Destruyeron todo, los electrodomésticos… Se robaron todo lo que pudieron conseguir en efectivo, celulares, tablas, computadoras, prendas, útiles personales. Se robaron mi ropa, zapatos, relojes. Lo material no es lo importante, sino el daño moral que le ocasionaron a mi familia. Amenazaron con violar a mis hermanas, con violar a mi madre si no daban la ubicación exacta donde yo estaba. Las agredieron física y moralmente”, reporta el concejal.

Corona asegura que han sido pocas las personas que han prestado un respaldo moral sincero, porque financieramente ha sido nulo.

Tomado de:

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